Tras la contundente actuación
judicial en las sedes de varias consejerías y otros locales para retirar
documentación y papeletas que los secesionistas, desobedeciendo las
resoluciones del Tribunal Constitucional , tenían preparadas para el 1-O y tras
la intervención por parte del Estado de las cuentas de esa comunidad autónoma
para que el Gobierno de la Generalitat no desvíe dinero para su loca aventura,
los independentistas han puesto en marcha su plan “B”, que no es otro que enviar
a sus huestes a tomar las calles no solo para protestar o para reivindicar
cosas, eso entra dentro del ejercicio democrático, sino para acosar, como
vienen haciendo en Cataluña desde hace mucho tiempo, a los no independentistas,
incluidos alcaldes, y esta vez para enfrentarse directamente a las fuerzas de
orden público en el desempeño de su trabajo, que no es otro que defender la
Constitución y la Ley e implementar lo que ordenan los jueces. En efecto, hemos
visto como los manifestantes acosaban a los guardias civiles que inspeccionaban
la Consejería de Economía, destrozaban sus vehículos y les impedían salir a la
calle, también hemos visto como rodeaban el cuartel de la Guardia Civil en Manresa
y colocaban en él una bandera independentista. Esto es solo el principio. Pero los
violentos también acosan hasta a periodistas de cadenas muy condescendientes
con ellos, como le pasó a Hilario Pino, de la Sexta.
Yo ya he visto esta película y
estaba completamente seguro que los golpistas lo tenían previsto si el Estado
no se arrodillaba ante sus exigencias. La toma de las calles y las plazas a veces
es legítima para protestar y, en ese sentido, en España lo hemos vivido varias
veces, las últimas manifestaciones masivas fueron las de los indignados del 15M.
También lo hemos visto en las “primaveras árabes” y en muchas otras partes.
Pero, hay una línea roja que los manifestantes nunca deben cruzar, porque
entonces pasan de ser gente que protesta o reivindica cosas a ser un instrumento
para dar un golpe de Estado. Yo recuerdo perfectamente lo que pasó no hace
mucho tiempo en Ucrania, con el golpe de Estado de los fascistas de la Plaza
del Maidán contra el presidente Yanukóvich, y con todas las atrocidades
cometidas por ellos que vinieron después, como los 42 sindicalistas quemados
vivos por el grupo ultra ucraniano, Sector de Derechas, en la Casa de los
Sindicatos de Odessa. Si el Estado no es lo suficientemente contundente, los
golpistas y las masas instrumentalizadas por ellos triunfan. Llegados a este
punto la cuestión es si el Gobierno de España y el principal partido de la
oposición, el PSOE, que le apoya están dispuestos a enfrentarse a los golpistas
no solo judicialmente, también en las calles y si están resueltos a tomar las
medidas disuasorias para evitar que la rebelión se imponga. En concreto me
refiero a la movilización de las Fuerzas Armadas, algo que contempla la
Constitución en su Artículo 8. Apartado 1. y a la intervención del Ejército, si
esta fuera necesaria, para garantizar el Estado de Derecho, la libertad de las
personas el imperio de la Ley y la integridad del Estado. Me temo lo peor,
porque he visto muchas veces como la Policía y la Guardia Civil eran atacadas y
agredidas en España impunemente por todo tipo de delincuentes, algo que no se tolera en ningún país del mundo, y porque son muchos los que a la hora de
defender a España contra los que quieren acabar con ella se la cogen con papel
de fumar, cuando no dicen que los golpistas detenidos son presos políticos.
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