La constatación de que es posible
la fusión del átomo a temperatura y presiones ambientales no extremas, abre, a
priori, un nuevo horizonte tecnológico para el desarrollo y aplicación de una
limpia y barata forma de obtener energía a partir de las reacciones nucleares,
como demostraron el profesor Martin Fleischman, de la universidad británica de
Southampton y Stanley Jons, de la estadounidense de Utah, al conseguir la
fusión de los átomos de deuterio (isótopo del hidrógeno, con un neutrón y un
protón en cada núcleo). Casi todo el mundo da por supuesto que la formación de
materia en el Universo sucede a partir de la “condensación” de energía liberada
en las reacciones nucleares que ocurren en el interior de las estrellas y que
estas, a su vez, se forman por la concentración de materia (principalmente
hidrógeno) en grandes cantidades y en un espacio relativamente reducido, lo que
provoca el aumento de la presión y de la temperatura necesarias para iniciar
las reacciones nucleares. Esta concepción ha
tenido la consecuencia de la magnificación del “Big Bang” y de los “agujeros
negros”, cuando empieza a no estar claro que tengan algo que ver con la formación
de la materia en el Universo ni que sean verdaderas singularidades. La
comprobación experimental de que es posible la fusión nuclear sin necesidad de
una gran concentración de materia y sin altísimas temperaturas no solo abre
expectativas tecnológicas, podría demostrar que la formación de la materia a
partir de la energía es un proceso que se viene desarrollando en las galaxias
nebulosas (ricas en hidrógeno) que actúan como verdaderos viveros de estrellas
e incluso en los quasar, fenómeno que produce la enorme liberación de energía
de algunos “agujeros negros”, que a veces se comportan como verdaderas galaxias
primigenias. El experimento reveló que la energía liberada por la fusión de los
átomos fue muy superior a la aportada para la reacción, pero no liberó los neutrones
que cabía esperar. Por eso hay serias sospechas de que la materia que forman
los planetas no procede de explosiones estelares, sino que es un residuo del proceso
de formación que acontece en las nebulosas a partir de la fusión del hidrógeno.
A la vista de las evidencias, el concepto Einsteniano del Universo debería
entrar en cuestión. He de reconocer que cuando empecé a interesarme por la
física teórica me deslumbró, como a otros muchos, la Teoría de la Relatividad. La
revolución científica y filosófica que suponía y la dificultad que entrañaba su
comprensión hizo que aumentara mi interés, pero empezaron a surgir algunas
dudas: no me acababa de convencer que el Universo fuera finito y curvo ¿no
tendría que haber un infinito espacio mas allá de la expansión actual del
Universo para poder dar cabida a esa expansión si fuera infinita? ¿y en ese
infinito espacio no podría haber infinitos Universos? Nuestra cultura
egocentrista es muy fuerte e igual que le costó a Copérnico convencer a la
gente de que la Tierra no era el centro de todo va a costar que la comunidad
científica se convenza que el “Big Bang” no fue el principio del Universo
entendido este como un todo. Yo creo que no hubo una explosión inicial génesis
del Universo, del espacio y del tiempo. Es decir, la pretensión de casar la
Teoría General de la Relatividad con la Mecánica Cuántica para explicar el
Universo está condenada al fracaso, porque la teoría de Einstein parte de
supuestos falsos, de una “constante cosmológica” (que el mismo consideró posteriormente
errónea ante la evidencia que le mostró
Hubble en 1.931) que solo sirve para espacios con dimensiones finitas, y
el Universo es infinito. En un Universo infinito es absurdo plantearse su
creación, su principio y su fin ¿porqué existe cuando podría no existir? también
es absurdo plantearse la nada desde la existencia.
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