miércoles, 9 de noviembre de 2016

EL TRIUNFO DE DONALD TRUMP

La política tiene mucho de tragedia, pero también mucho de comedia, el término tragicomedia debería haber sido inventado para aplicarlo sobre todo a la política. Esto viene a cuento no solo de las cosas que hemos visto en los últimos tiempos es España, que también, en concreto me refiero a lo que algunos han escrito y han dicho sobre las elecciones en los EE UU.
Parece que el triunfo de Donald Trump  ha dejado descolocada a mucha gente, no solo en USA, también en España y en una buena parte de Europa. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse en sus predicciones y a mostrar sus preferencias, faltaría mas, pero lo cómico del asunto es que cuando algunos se quedan con el culo al aire, fuera de juego, es cuando dicen mas tonterías. Yo he escuchado en RNE, se lo juro por mis muertos, que todos los mandatarios europeos, menos el húngaro, se equivocaron pensando que iba a ganar Hillary Clinton. Debe ser que Rusia está en Australia y Vladimir Putín vive en las antípodas. Rusia, no es la primera vez que lo digo, es el país mas grande y mas poblado de Europa, sin contar Siberia, que está, como todo el mundo sabe, en Asia. Otra cosa muy distinta es la Unión Europea. Y, en efecto, fue el presidente ruso, sorprendiéndonos a muchos, el que antes que nadie apostó por Trump, contra los adivinos, los pitonisos y las encuestas. Vladimir Putin ya había hecho lo mismo no hace demasiado tiempo, cuando el intento de golpe de Estado en Turquía, mientras los EE UU y las cancillerías de la UE esperaban que triunfara el golpe, el presidente ruso, a pesar del derribo del avión y de que las relaciones con Turquía pasaban por su peor momento, fue el primero en apoyar a Erdogán. ¿Tiene Putin una bola de cristal en el Kremlin? por supuesto que no, pero seguramente es una de las personas mejor informadas del mundo, solo hace falta ver su currículum. La información por si misma no da poder, pero saber manejarla sí. Te puede permitir ganar la guerra en Siria y mejorar las relaciones con los EE UU. También me han hecho mucha gracia las declaraciones del recién nombrado ministro español de Exteriores, Alfonso María Dastis, en relación al triunfo de Trump. Sin cortarse un pelo, declaró que una cosa es lo que se dice en campaña electoral y otra muy distinta lo que se hace luego. Ya sabíamos que Rajoy había dado la vuelta a su programa electoral como si fuera un calcetín, y que suele hacer lo contrario de lo que dice, pero su nuevo ministro de Exteriores ha sentenciado que eso es la norma. Este nuevo diplomático ya ha conseguido en pocos días que echemos en falta a José Manuel García Margallo.
A pesar de lo que sucedió en el Reino Unido no hace mucho, pocos fueron los que estaban bien informados del cabreo de una gran parte del pueblo estadounidense. Las clases medias y los trabajadores han sido ninguneados y pisoteados por los políticos a la sombra y con el argumento de la crisis económica. La gente tiene ganas de alzar la voz y de dar un puñetazo en las urnas para vengarse. Ahora ha tocado Trump en los EE UU, pero mañana puede ser cualquier otro líder y cualquiera otra formación política en Europa, sea de izquierda o de derecha, que conecte con los deseos de ajustar cuentas de esa mayoría silenciosa, mejor dicho, silenciada.
Mientras algunos se la envainan ante el triunfo de Trump y, como el portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, no se pondrán colorados al defender dentro de cuatro días lo contrario de lo de defendían ayer, yo no me voy a unir a ese coro. Trump era y es un impresentable, eso sí, no menos que Hillary Clinton, responsable de varias guerras y conflictos que todavía están en pleno apogeo.

Se equivocaron casi todos los analistas y se equivocó el Partido Demócrata, porque yo estoy seguro que el resultado habría sido distinto con Bernie Sanders como candidato. Se empecinarán en el error. Allá ellos y allá todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario