domingo, 24 de agosto de 2014

LA QUIMERA DE LA AUTOPISTA DEL MAR

Entre los ¨logros” del Gobierno que presidía Areces, y que tantas veces nos quisieron vender a mayor gloria suya, está la tan cacareada Autopista del Mar, que uniría Asturias con algunos puertos importantes de Europa, particularmente de Francia e Inglaterra. Pero, el tiempo da una perspectiva real a las cosas y deja a cada cual en su sitio. Los que cuestionábamos obras faraónicas y de relumbrón, por poner algunos otros ejemplos, como la mastodóntica ampliación de El Musel o el Niemeyer, por ejemplo, éramos tachados de antipatriotas y tratados como apestados, pero unos pocos años después la falta de tráfico en el Puerto o una financiación imposible nos dan la razón.
La famosa Autopista del Mar, como otras iniciativas desastrosas, fue muy explotada por Areces en su beneficio, aunque no impidió la derrota electoral de los socialistas ante Foro Asturias. Conviene tirar de hemeroteca para ver las cosas que decía el ahora senador y, si no fuera por lo caras que nos están saliendo sus bromas, reírnos a mandíbula batiente.
Los que conocen la realidad industrial asturiana, y su verdadera dimensión y potencialidad, sabían perfectamente que el tráfico marítimo a través de El Musel, si exceptuamos los graneles sólidos de carbón y mineral de hierro para Arcelor-Mittal, seguiría siendo escaso. Por eso crear falsas expectativas era de irresponsables o de los que son capaces de cualquier cosa con tal de obtener réditos políticos cortoplacistas.
Con el nuevo Gobierno socialista volvió la euforia, tanto es así que en enero del 2.012 la Autoridad Portuaria de Gijón, que ya estaba presidida por Rosa Aza, nombrada por el Gobierno de Javier Fernández en sustitución de Emilio Menéndez, que había sido nombrado por el Gobierno de Francisco Álvarez-Cascos, barajaba la nueva licitación de una segunda rampa roll on-roll off (carga rodada). La nueva instalación estaba vinculada a la entrada en servicio de un segundo barco de la naviera LD Lines, que ya unía Gijón y Nantes. La inversión prevista era de más de 3,5 millones de euros. Pero, mientras la comedia se representaba en el escenario, entre bambalinas sucedían cosas bien distintas. La UE había autorizado la concesión de una subvención de 30 millones de euros a la línea, 15 que pagaría España y 15 Francia, a los que hay que sumar otros 4,2 millones de euros de las arcas comunitarias procedentes del programa Marco Polo. Las condiciones que Bruselas ponía a las ayudas eran que la línea realizara cuatro salidas semanales en cada sentido y siete salidas semanales entre el tercer y quinto año. A día de hoy ni siquiera se ha cumplido la primera parte del compromiso, y la línea ya se da por desaparecida, pero el consorcio que la gestiona, integrado por la naviera francesa Louis Dreyfus y la española Suardíaz, sí que han cobrado las subvenciones.

Unos pocos se han beneficiado del tinglado, con la complacencia de algunos políticos, mientras los sufridos ciudadanos, como tantas veces, nos hemos quedado con cara de tontos. Evidentemente, no solo hay piratas en el Caribe.

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