martes, 3 de diciembre de 2013

OFENSIVA SOBRE UCRANIA

Lo que está sucediendo en Europa  cada vez se parece mas a lo que pasó durante la Segunda Guerra Mundial, esta vez sin muertos, pero también con Estados e individuos víctimas.
Alemania ya no invade países con sus “Panzer”, ni bombardea a la gente con sus “Stukas”, pero los teutones tienen la misma intención de adueñarse del Viejo Continente, usando ahora a las instituciones de la UE y el BCE como armas. También sobrevive la filosofía de la raza superior, pues no es lo mismo ser alemán que pertenecer a los países del sur, donde las opiniones de las agencias de calificación se convierten en recetas para los ajustes salvajes, mientras que son puestas en duda cuando critican las cifras macroeconómicas de los mandamases.
Como corderos que van al matadero, algunos países de la UE se han plegado a las decisiones de Alemania y han cedido a su chantaje. Todos conocemos la llamada de teléfono que hizo la canciller Merkel a Zapatero en mayo de 2.010 y como los socialistas se cagaron por los pantalones. Así, unos se ven obligados a empobrecerse, sacrificando derechos sociales y salarios y pagando la Deuda al 5%, mientras otros tienen casi pleno empleo y se financian gratis.
Como cuando Hitler estaba en su apogeo, una vez que Europa Occidental ya come de la mano de los germanos, ahora toca la expansión hacia el Este, hacerse con el “espacio vital” que los dioses tienen reservado a los arios y quedarse con las inmensas riquezas naturales de los eslavos. Esta segunda edición de la “Operación Barbarroja” ya tuvo sus preliminares hace algunos años, poco después de la desintegración de la URSS y mientras dirigía el Kremlin el etílico Yelsin. Los Países Bálticos y Polonia, como antaño, fueron cosa fácil, y todos recordamos aquellas revoluciones de diseño que estallaron en Ucrania, Georgia o Bielorrusia, con la misma escenografía y el mismo color naranja, aprovechándose de las legítimas aspiraciones democráticas y emancipadoras de los ciudadanos de esos países. En Bielorrusia fracasaron, pero no así en Georgia y Ucrania, donde se instalaron personajes y regímenes que han dado muchos disgustos y que el tiempo y los electores han puesto en su lugar.
Pero, como sucedió en la Segunda Gran Guerra, también hubo un punto de inflexión, que no se produjo a pocos kilómetros de Moscú, pero que igualmente estuvo protagonizado por las tropas rusas, cuando acudieron en ayuda de Osetia del Sur, que había sido atacada por el ejército georgiano. Había un nuevo dirigente en el Kremlin, Vladimir Putin, y se había terminado la impunidad. El presidente georgiano, Mijail Saakashvili, ya ha caído en desgracia, porque los azotes que provocaban sus aventuras y sus ocurrencias los recibían en su trasero los ciudadanos de su país.
La gran pieza a cobrar es Ucrania, un gran país de 46 millones de habitantes, con una gran industria y agricultura y que es la puerta del Mar Negro y del Cáucaso. Pero Ucrania también es vital para Rusia, que quedaría indefensa si esta cayera en manos de Alemania y de la OTAN, pues allí, en la base de Sebastopol, está estacionada la Flota del Mar Negro (que es compartida con Ucrania) y en la Península de Crimea tiene desplegados Rusia una buena parte de sus radares de alerta temprana, que la defienden de los misiles de la Sexta Flota. Rusia, a cambio, mima a Ucrania con precios del gas y petróleo muy por debajo del mercado y con acuerdos con algunas de sus empresas punteras, como la que fabrica los aviones Antonov, algunos de ellos los mayores del mundo.
Con burdas mentiras, como la patraña del envenenamiento de Víctor Yúschenko (se dijo que con dioxinas rusas, cuando su problema facial fue causado por una alergia al maquillaje) se intervino en la campaña electoral del 2.005, con reuniones como la que se ha celebrado recientemente en la capital de Lituania, Vilna, se quiere poner cerco a Rusia y con el apoyo a los golpistas, que han perdido las elecciones, se pretende doblegar a Ucrania y a su presidente, Viktor Yanukovich, que ha viajado a China para reforzar las alianzas comerciales y estratégicas.

Los alemanes no han aprendido nada.
FOTO: avión ucraniano Antonov, An-225, el mayor del mundo.

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