La última pifia de la pseudoizquierda es el acuerdo con la patronal de la construcción para que el Principado subvencione las viviendas libres que no son capaces de vender, de momento serán 1.000. Ya estamos viendo para que sirve el endeudamiento de la administración regional, no para fomentar el cooperativismo, no para poner naves industriales, con alquileres asequibles, a disposición de nuevos proyectos y nuevas empresas, no para echar una mano al campo, tan olvidado, sino para salvar el culo de los que se estuvieron forrando todos estos años a costa de los trabajadores, que están endeudados de por vida gracias a los que han especulado con el derecho constitucional a la vivienda y a los políticos que se lo han permitido. La foto de Noemí Martín y Serafín Abilio Martínez, tan sonrientes ellos, es elocuente, ¡que vergüenza!. Pero la simbiosis o mutualismo, ya saben, eso que ejercen la anémona y el pez donde ambos salen beneficiados, tiene ya un amplio recorrido entre los políticos, entre los ayuntamientos y el Gobierno del Principado y los constructores de Asturias. Con el tinglado que tienen montado de Sogepsa y los tejemanejes de los planes de ordenación urbana, expropian suelo a cuatro perras para luego recalificarlo y entregarlo a las inmobiliarias. ¿Hasta que punto todo lo que estamos viendo es legal? ¿es el asunto Blanco y el affaire de Cabueñes un caso aislado o solo la punta del iceberg?. No estaría de más que el juez Garzón, que parece ser el único que se atreve con estas cosas, se diera una vuelta por Asturias, ahora que, para sorpresa de algunos (que no se acuerdan del caso GAL) también está empapelando a alcaldes socialistas y gente nacionalista en Cataluña. Está claro que D. Baltasar no la tenía tomada con el PP, sino con los facinerosos. No sabemos, salvo algún caso puntual, si hay corrupción en Asturias, pero lo que si parece evidente es que estas actuaciones nada tienen que ver con la ética y los principios de la izquierda.
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