¿No me diga usted que no ha sido
una imagen encantadora la de presidenta de la Cámara de representantes de EE
UU, Nancy Pelosi, llorando, compungida, en Armenia? Seguro que si Pelosi viaja
a Vietnam o a Irak, donde su país ha asesinado a millones de personas, no le
cae ni una sola lágrima, pero en el mundo de la mentira en que nos ha tocado
vivir cualquier paripé es ya posible ¿A qué ha ido Nancy Pelosi a Armenia?
Pues, la americana ha ido allí a meter mierda, como hizo hace poco en Taiwán, a
decir lo malos que son los de Azerbaiyán y sus ataques “mortales e ilegales”,
como si a EE UU le importara eso algo, cuando ellos y sus secuaces son los
primeros en hacerlo. Ya habíamos dicho que EE UU ha decidido implementar la desglobalización,
si no puede mandar en el mundo quiere hacerlo en al menos medio mundo, y para
eso necesita ser beligerante contra todos los que, o bien estén en el lado
contrario de la Historia, o bien no le bailen el agua. Todo el mundo sabe que
tanto Armenia como Azerbaiyán están en el área de influencia de Rusia y de
Turquía y por distintas, aunque no tan distintas, razones ambos se han
convertido en enemigos de EEUU, mejor dicho, ha sido EE UU quien los ha
convertido en sus enemigos. Tras la disolución de la URSS por Gorbachov, que
tanto gustó en Occidente, una gran parte de Europa y de Asia central
se convirtieron en un campo de minas donde los enfrentamientos, muchas veces
azuzados por EE UU, se suceden, lo estamos viendo en Ucrania y lo hemos visto
ya en varias ocasiones en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central.
Revoluciones de color, golpes de Estado, echar leña al fuego de los conflictos,
cualquier cosa es buena para fastidiar a Rusia y a los que no se ponen firmes
ante el Tío Sam. Tras la última guerra entre Azerbaiyán y Armenia por Nagorno
Karabaj, Rusia había desplegado tropas de paz entre ambos contendientes con el
visto bueno de las partes, eso no ha gustado a EE UU que no quiere estabilidad
en esa zona ni que Rusia controle el gas de Azerbaiyán que Gazprom, la
gasística estatal rusa, envía hacia Turquía y que está previsto llegue a la UE.
El Imperio contraataca, pero a lo loco, no puede deglutir tantos países a la
vez. Porque, al mismo tiempo que EE UU se implica imprudentemente en Ucrania
participando ya directamente en los combates con inteligencia, información
satelital y asesores camuflados de mercenarios, y mientras Pelosi revuelve el
avispero en Armenia, Biden chantajea a China para que no ayude a Rusia mientras
le dice que si ataca Taiwán lo defenderá con sus soldados ¿Se imagina usted lo
que se diría si China manifestara eso mismo con respecto a Puerto Rico, por
ejemplo? Pero EE UU y sus aliados, al parecer, son los buenos de esta película,
esos buenos que pueden llevarnos perfectamente a la Tercera Guerra Mundial. Hay
que mantener la tensión, porque la opinión pública y las empresas, con sus sacrificios y sus balances desastrosos, están
empezando a ver las cosas con otra perspectiva distinta a la que les han querido
imponer. En este sentido han ido las palabras de Borrell, que parece más el
secretario general de la OTAN que el alto representante de Exteriores de la UE.
Pues nada, a desenterrar otra vez muertos y decir que los asesinaron los rusos.
“Fosas comunes” con tumbas individuales con féretros y con una cruz encima con
los datos del muerto. Yo nunca había visto fosas comunes así. Hasta para las
patrañas hay que ser más listos. Rusia estuvo durante semanas haciendo
llamamientos a Kiev para que recogiera sus soldados caídos en combate, pero los
nazis no lo hicieron, porque por los muertos pagan indemnización a los
familiares, pero por los desaparecidos no. En fin, los medios siguen bailando
el agua a esta gente y los falsos progresistas, exactamente los mismos que
presentaron una moción de censura para echar a Rajoy por la corrupción en el
PP, que me pareció muy bien, y que ahora quieren indultar a Griñán por los cientos de
millones malversados en Andalucía de los ERES falsos, que me parece muy mal, siguen enviando armas a Ucrania y siguen a las órdenes de EE UU. No
se puede tomar el pelo a todo el mundo todo el tiempo, ni desde Madrid ni desde
Washington. Ni siquiera las lágrimas de la compungida Pelosi sirven ya para
engañarnos.
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