lunes, 11 de julio de 2022

LA ISLAMIZACIÓN DE EUROPA

 


El nombre más popular entre los recién nacidos en Reino Unido ya es Mohamad ¿da vértigo? debería, porque eso quiere decir que dentro de unos años en Gran Bretaña los musulmanes serán mayoría, como en otros países de Europa, con todo lo que eso significa. En España, ya hay un millón de marroquíes y su tasa de nacimiento más que triplica a la de los españoles. Nostradamus ya profetizó que Europa sería invadida por el Islam, lo que no estaba claro en su profecía era cómo. En fin, yo no creo en los profetas, ni en los cristianos, ni en los musulmanes, ni en Nostradamus, a mí me gusta más el método científico, el que necesita pruebas, y hemos empezado este escrito con una prueba irrefutable. La invasión de Europa por el Islam no ha sido esta vez en barcos de guerra atravesando el Estrecho de Gibraltar, como sucedió en el año 711 en la Península Ibérica, ha sido mediante la inmigración. Tomarse a pitorreo la inmigración masiva mediante el buenismo estúpido o por intereses económicos no ha sido una buena idea. Lo que le puede pasar a Europa en el futuro es lo que ya les pasó a los serbios en Kosovo. Los albaneses, con una tasa de nacimientos muy superior a los serbios, cuando fueron mayoría declararon la independencia y con la ayuda de la OTAN convirtieron a los serbios en parias en su propio país, en la cuna de Serbia, donde habían derrotado a los turcos. Algo así como si eso les pasara en España a los asturianos. No se tomó buena nota entonces.

El asunto de la islamización de Europa es preocupante por varias razones, fundamentalmente porque esas otras culturas y esas otras religiones si llegan a ser hegemónicas cambiarán para siempre el sentido de los valores y de la ética de los pueblos y de los países de Europa, que están basados en la ética cristiana, mucho más buenista que la musulmana. Esa es nuestra superioridad moral, pero también es nuestro talón de Aquiles. Pongamos un ejemplo: En el artículo 14 de nuestra Constitución se dice que “Los españoles son iguales ante la Ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna en razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquiera otra circunstancia personal o social”, artículos similares, a veces literalmente idénticos, los hay en casi todas las constituciones de los distintos Estados europeos. Vale, el artículo 14 tiene mucha guasa porque todos sabemos que son los poderes públicos, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los primeros que se lo pasan por la entrepierna (Leyes de Género, por ejemplo, con penas distintas por razón del sexo para el mismo delito) pero puede ser esgrimido con intenciones aviesas ¿Por qué si una religión promueve cosas que van en contra de los derechos fundamentales que consagra la propia Constitución, como es el derecho a la vida, no puede ser discriminada? En Rusia los Testigos de Jehová han sido prohibidos, entre otras cosas porque exigen a sus fieles que no se hagan trasfusiones de sangre, ni siquiera a sus hijos en peligro de muerte. En España los jueces han tenido a veces que intervenir para obligar que se hicieran trasfusiones de sangre a hijos de testigos de Jehová, pero esa secta del cristianismo sigue gozando de la no discriminación que le brinda el artículo 14 de nuestra Constitución.

El islamismo choca frontalmente contra los valores de Europa, pero, incomprensiblemente, en Europa se defiende y se protege. Si un ciudadano europeo no musulmán se casa con cuatro mujeres, las obliga a caminar detrás suyo y a llevar la cabeza (cuando no todo el cuerpo) cubierta es un machista asqueroso, pero si es musulmán entonces es intercambio de civilizaciones. Y son precisamente las feministas, empezando por la ministra del ramo, tan quisquillosas para otras cosas, las que defienden eso. El asunto es grave y tiene muchos matices: No todos los musulmanes son iguales ni todos sus valores y su ética. Poco tienen que ver los valores y la ética de los musulmanes de los países del antiguo socialismo panárabe (como Argelia o Siria) y de palestinos o saharauis, donde, por ejemplo, las mujeres tienen un tratamiento y una participación y reconocimiento sociales muy distintos, al de los países sunitas más radicales, que son, casualmente, grandes amigos para Europa ¡Cuidado!

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