sábado, 23 de julio de 2022

EL CONFLICTO DEL GAS

 


El conflicto del gas ya había estallado en Europa antes de la intervención rusa en Ucrania. EE UU ya había hecho todo lo posible por evitar que el segundo gasoducto del Báltico, el Nord Stream 2 entrara en funcionamiento presionando a Alemania para que pusiera sanciones a Rusia; cuando no se usaba para eso a Navalni, servía cualquier otra excusa. Una relación más estrecha entre Alemania y Rusia siempre se ha temido en Washington, porque eso sería el principio del fin de la dominación estadounidense de Europa, y en ese camino estábamos. Los patriotas de pacotilla y esos que se llenan la boca hablando de la Constitución, y de que la soberanía reside en el pueblo, deben saber que, en comparecencia pública y delante del canciller alemán, Olaf Scholz, el presidente de los EE UU, Joe Biden, ya había advertido a Rusia de que si intervenía en Ucrania (donde USA había intervenido financiando el golpe de Estado del Maidán) no entraría en funcionamiento el segundo gasoducto del Báltico, que ya estaba completamente terminado y con presión para bombear gas en cuanto dijera Alemania. Estamos hablando de un gasoducto que no es de EE UU, es de la empresa pública rusa Gazprom, y que conecta Rusia con Alemania, no con EE UU. Rusia no se dejó chantajear, pero Alemania sí ¿Son amigos y aliados los que te amenazan y/o chantajean para que obedezcas sus órdenes?

En otras entregas ya explicamos que España compraba el doble de gas a Argelia que a Rusia, y también compraba gas a otros países, todo ello mucho más caro que el gas ruso “por razones geoestratégicas”, es decir, por órdenes de Washington. Pero había algunos países, como Alemania, como Grecia, y como Italia, que se querían salir del redil surtiéndose directamente de gas ruso por tuberías, gas que no es el obtenido por fractura hidráulica, que no hay que transportar en buques y que no hay que regasificar, es decir, gas mucho más barato. Eso no solo crea un problema estratégico para EE UU, proporciona a Europa una ventaja competitiva. Pues bien, es precisamente la ventaja competitiva la clave del conflicto que ha estallado entre Alemania y los países del Sur, me explico: Alemania, siguiendo más órdenes de EE UU, ha decidido cortar todo el flujo de gas ruso en los próximos meses, aunque le echarán la culpa a Putin. Eso generará problemas muy graves para la industria alemana e inconvenientes para la población, tanto de confort como en muchos otros ámbitos. Para lidiar con todo esto, el gobierno alemán de socialdemócratas, liberales y verdes (un cóctel explosivo si lo fueran de verdad) necesita que otros países de la UE, como Francia, Italia y España, que tienen más diversificadas sus fuentes de energía y que tienen la capacidad de almacenamiento que no tiene Alemania, las pasen también canutas, es decir, que no tengan ventajas competitivas y que su población pase también por las penurias de la población alemana (en Alemania ya instan a sus ciudadanos a lavarse menos). Ese, exactamente, es el “compromiso de solidaridad” que quiere Alemania. Pero, el conflicto de Ucrania está sirviendo para agudizar los problemas que ya existían, como la inflación, y para que casi todos los gobiernos de la UE, salvo los que se han pasado las órdenes foráneas por el arco del triunfo, como el de Víktor Orbán, estén en la cuerda floja. Algunos gobiernos ya han caído y otros ya ven las elecciones del horizonte como una espada de Damocles. Tocar más los cataplines, en este contexto, a los ciudadanos sería una temeridad.

Sánchez ha salido a la palestra sacando pecho y los palmeros de turno dicen, a quien quiera escucharlos, que “España había hecho las cosas bien" y que tenemos unas magníficas regasificadoras y una capacidad que almacenamiento que Alemania, por comprar gas ruso mucho más barato que le llega por gasoducto, no ha hecho. Seguramente en Madrid traguen con ese discurso, pero la gente bien informada de la periferia, sobre todo si eres de Gijón y conoces todo lo relacionado con la regasificadora de El Musel (cuya autorización administrativa, después de años paralizada por estar inmersa en problemas judiciales y por no tener conexiones, ha sido concedida ahora, aprisa y corriendo, por el Ministerio para la Transición Ecológica) o sea, nosotros, no vamos a tragar con eso. El conflicto del gas se resume en que, como en el asunto del Sáhara Occidental, otra vez Sánchez se ha puesto a las órdenes de EE UU, eso sí, como otros más al norte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario