Cuba, y todo lo que sucede allí,
preocupa mucho en España, mucho más que las cosas que pasan en otras repúblicas
iberoamericanas, pero no porque haya sido una de nuestra últimas colonias (EE
UU se la arrebató a España en 1.898, junto con Puerto Rico, Filipinas y Guam)
pues Guinea Ecuatorial y el Sahara Occidental han sido colonias españolas aún
más recientemente y de ellas y sus problemas se habla muy poco en nuestro país,
tampoco porque haya muchos descendientes de emigrantes españoles allí, porque
en Argentina también los hay y ni de lejos se le presta la misma atención que a
Cuba ¿por qué, entonces, se habla tanto de Cuba en España? pues ni más ni menos
porque tiene un régimen comunista, de no ser así preocuparía lo mismo que
preocupan Guatemala u Honduras. En este mismo sentido hay que contextualizar el
prurito y la preocupación de muchos por el nivel de democracia y de los
derechos humanos en Cuba ¿alguien se preocupa en España de eso mismo en México,
por ejemplo? Naturalmente, México es, sobre el papel, una democracia, que la
corrupción y los crímenes, secuestros y asesinatos masivos incluidos, sean la
moneda corriente no hace correr ríos de tinta a este lado del Atlántico, en
este caso, sospechosamente, pelillos a la mar. Esto hay que tenerlo muy claro
cuando se escucha hablar de Cuba.
Están llegando desde hace ya
tiempo al Gobierno de la isla, a sus instituciones y a la dirección del Partido
Comunista de Cuba ciudadanos que no participaron en la Revolución, gente más
joven que no puede tener la misma perspectiva que los que lucraron contra el
régimen de Batista, pero eso no quiere decir, ni de lejos, que tengan otro
credo político. En este sentido, Miguel Díaz-Canel, cuyo bisabuelo eran de
Castropol, es la mejor muestra. El nuevo presidente de Cuba estudió,
gratuitamente, como todos los cubanos, hasta licenciarse como ingeniero
electrónico y a principios de los años 80 se afilió a la Unión de Jóvenes
Comunistas e ingresó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde estuvo hasta
1.985 y ascendió hasta capitán. En abril de ese mismo año ingresó como profesor
en la Universidad Marta Abreu. Posteriormente,
entre los años 1.987 y 1.989, partió hacia Nicaragua donde participó en
misiones internacionalistas. Al regreso de Nicaragua fue elegido para cargos de
dirección en la Unión de Jóvenes Comunistas. A partir de ahí la ascensión de
Díaz-Canel fue meteórica: en 1.991 fue elegido miembro del Comité Central del
PCC, en 1.994 primer secretario del Comité provincial en la provincia de Santa
Clara, en 2.003, a propuesta de Raúl Castro, fue elegido miembro del Buró
Político del Partido, en 2.009 fue elegido ministro de Educación y en 2.012
vicepresidente del Consejo de Ministros. Díaz-Canel es un hombre del régimen,
obviamente, pero puede dar algunas sorpresas, con reformas de calado, como
saben muy bien en Santa Clara. Precisamente por eso ha sido apadrinado por Raúl
Castro, el verdadero ideólogo de la Revolución Cubana, que es muy consciente de
que Cuba necesita evolucionar, no tanto políticamente como económicamente.
Díaz-Canel no va a tener miedo de potenciar la iniciativa privada ni de que
eso, forzosamente, tenga alguna consecuencia política, porque sabe,
como en China lo sabía Deng Xiaoping (“qué importa el color del gato si caza
ratones”) que para tener el control del Estado no hay que controlarlo todo.
¿Consejos a los cubanos desde la
Madre Patria? los justos, son mayorcitos y saben perfectamente desenvolverse solos.
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