A la ruptura de la tregua y de
las conversaciones de paz y a los bombardeos de la semana pasada contra la
población kurda del Norte de Iraq y Siria por parte de Turquía, ha respondido
el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) con sendas acciones armadas
contra objetivos gubernamentales turcos. El atentado contra el consulado
norteamericano no ha sido obra del PKK, sino de los terroristas del Estado
Islámico. El primer ministro turco, Erdogan, tiene un problema: no tiene mayoría
en el Parlamento y los kurdos han entrado en él por primera vez. Es porque los
islamistas que gobiernan Turquía ya no pueden someter a su involución religiosa
a la población que se han buscado un enemigo para volver a “un Gobierno fuerte”
y a su dictadura de facto, y no han encontrado otro mejor que el pueblo kurdo,
que vuelve a ser masacrado como en el pasado. El ejército turco tiene una
amplia experiencia en matar inocentes (que se lo pregunten a los armenios)
pero, el PKK, como siempre, va a dar la cara.
Mientras Erdogan coquetea con los
asesinos del Estado Islámico y permite que a través de la frontera turca el
ISIS se abastezca de mercenarios, vituallas y armas, envía a su aviación a
bombardear a los kurdos, causando ya mas de 400 muertos.
El PKK tiene ahora que combatir
en dos frentes, por un lado a los criminales del ISIS y por otro a los turcos.
Esperemos que las fuerzas norteamericanas desplazadas a Turquía no se
equivoquen de enemigos.
Foto: milicianas peshmergas
kurdas del PKK.
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