Aprovechándose del atractivo que
tiene para los humanos la aventura y, en concreto, los viajes espaciales, han
proliferado en los últimos años empresas sin escrúpulos que ofrecen este tipo
de servicios, desde vuelos orbitales, hasta viajes para recién casados a la
Luna. Pero, aunque parezca increíble, la ingenuidad de la gente llega al extremo
de que nada menos que 202.586 aspirantes se presentaron para una selección
inicial de un viaje a Marte sin retorno. En efecto, el proyecto privado Mars
One, que es como se denomina, no solo es un “reality show” televisivo, que ya
está reportando pingues beneficios, es, sobre todo, un timo.
Hay que estar muy poco informado
para no saber que los proyectos espaciales tripulados son extremadamente
complejos y caros y que ninguna compañía privada es hoy, ni lo va a ser en
mucho tiempo, capaz de acometer empresas de ese calibre. Un ejemplo claro ha
sido el estrepitoso fracaso del cohete de la compañía norteamericana Orbital
Sciences Corporation, que estalló a los seis segundos de su lanzamiento cuando
pretendía llevar vituallas a la Estación Espacial Internacional.
Si bien algunas empresas privadas
están ya capacitadas para poner en órbita satélites y lo estarán en breve para
llevar pasajeros en vuelos en la alta atmósfera, ni de lejos podrán organizar
verdaderos viajes espaciales.
En estos momentos, solo dos
países en el mundo tienen programas espaciales tripulados serios: Rusia y China,
y solo uno se ha propuesto un futuro viaje al planeta rojo, China. Como todo el
mundo sabe, tras los accidentes en los transbordadores norteamericanos, la NASA
ya no efectúa vuelos con astronautas. No es porque los EE UU no puedan tener la
tecnología que hace falta para ello, como la tuvieron, mucho mas rudimentaria,
antaño, la razón en que los presupuestos espaciales se han destinado al
desarrollo de armas orbitales, como cañones electromagnéticos o láser,
que forman parte de la tercera fase de la Iniciativa de Defensa Estratégica,
popularmente conocida como “Guerra de las Galaxias”, que, tras la instalación
de potentes radares y del sistema antimisiles, con el despliegue de armamento
orbital pretende acabar con la disuasión nuclear y poder amenazar la soberanía
de cualquier país en cuestión de minutos. Estas armas, nuevas por principio,
pueden atacar satélites, misiles intercontinentales en vuelo, tanto ICBM, como
SLBM (base en tierra o en submarinos estratégicos) e incluso objetivos terrestres,
con una precisión de pocos centímetros. En este carísimo programa estan
involucradas las principales industrias aeroespaciales norteamericanas, es
decir, Boeing, Lockheed Martin y Northrop-Grumman.
Mientras, las seguras naves
espaciales rusas Soyuz (unión, en ruso) TMA-15M y las naves automáticas,
también rusas, Progreso M, llevan cosmonautas de muchos países al espacio
exterior y suben a la Estación Internacional en cada viaje mas de dos toneladas
y media de aire, agua, alimentos y materiales de trabajo.
China, como hemos dicho, prepara
el viaje a Marte. Ya tiene su propio laboratorio espacial en órbita terrestre y
está construyendo un gran complejo orbital desde donde piensa lanzar su primera
misión tripulada marciana, a mas de 60 millones de kilómetros de distancia. Su principal
herramienta actual es la nave Shenzhou (navío divino), que es un desarrollo de
la nave rusa Soyuz, aunque es mas grande y tiene algunas otras modificaciones
importantes.
Es una pena que el viaje a Marte
no sea una Odisea de toda la humanidad, en leal colaboración internacional, y
que, en algunos casos, se esté convirtiendo en un timo.
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