viernes, 6 de febrero de 2015

SE AGRAVA LA SITUACIÓN EN UCRANIA

Ante la exitosa “ofensiva de invierno” de las milicias prorrusas en el Este de Ucrania, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente Francés, François Hollande, han visitado Moscú para presentar un plan de paz al presidente ruso, Vladimir Putin. Se ha llegado a esta situación tras un largo proceso de acoso a Rusia, que empezó en Georgia, continuó con la instalación del sistema antimisiles en varios países de Europa Occidental y culminó con el apoyo de la UE y los EE UU a los golpistas de la Plaza del Maidán, en Ucrania. Sin olvidarnos del despliegue de fuerzas en los Países Bálticos, (donde cazas occidentales no dejan de interceptar a los aviones rusos que vuelan a Kaliningrado) y de la creación de una fuerza de intervención rápida por parte de la OTAN, pensada para desplegarse en las mismas fronteras rusas.
Hasta ahora, el presidente ruso, lejos de amilanarse, ha respondido con firmeza a todos los envites occidentales. En Georgia las tropas rusas aplastaron en pocos días a las que había enviado Saakashvili, espoleado por la OTAN; a la instalación de componentes esenciales de la Iniciativa de Defensa Estratégica en Polonia, Rusia respondió con la instalación de los misiles tácticos de medio alcance “Iskander” en su enclave de Kaliningrado y al intento de desplazar a Rusia de la base naval de Sebastopol, vital para el control sobre el Mar Negro, y privarla de sus radares de alerta temprana instalados en Crimea, que la protegen de un ataque de la Sexta Flota, la respuesta fue recuperar la soberanía sobre la Península. Pero, Occidente no pareció entender que Rusia no estaba dispuesta a doblar la rodilla y, pasando por encima de los acuerdos firmados, siguió adelante con su intento de incorporar a Ucrania a la OTAN. Naturalmente, las bases militares que Rusia tiene en Crimea, vitales para su defensa, no sirven de nada si la OTAN instala sus propias bases a pocos kilómetros de distancia, en las provincias prorrusas del Este de Ucrania. Putin ya había advertido que no toleraría que se cambiara el statu quo estratégico de Ucrania y mucho menos que eso ocurriera masacrando a la población civil de las provincias del Este. El mensaje no fue entendido y las últimas semanas las fuerzas del ejército ucraniano y de la Guardia Nacional (integrada mayoritariamente por voluntarios fascistas del Sector de Derechas) se han despachado a gusto bombardeando casas, escuelas y hospitales, empleando incluso obuses de 155 mm (calibre OTAN) proporcionados por Occidente. Los ciudadanos del Este de Ucrania, cuyo único delito fue apoyar al presidente Yanukóvich, legítimamente elegido, están teniendo que abandonar sus hogares, en medio de la nieve y del frío invierno, en un drama que está ocurriendo en el corazón de Europa. Pero, el presidente ruso no los ha abandonado a su suerte. No solo se ha estado manteniendo la ruta de los camiones de blanco, con alimentos y medicinas, que recuerda a la “Ruta de la Vida”, que a través del congelado Lago Ladoga abasteció a la sitiada Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, Rusia ha procurado armas a las milicias y en los últimos días han proliferado los “hombres de verde” los mismos que, sin distintivos, ocuparon Crimea. Son soldados del ejército ruso armados con sus modernos fusiles Kaláshnikov Ak-103 y AN-92 “Abacan”, curtidos en mil batallas, desde Georgia hasta Chechenia.
No ha salido bien acosar al oso del Norte, ni apoyando a los golpistas en Ucrania, ni con sanciones, ni sacando al mercado las reservas estratégicas de petróleo y aumentando la producción para derrumbar los precios y asfixiar económicamente a Rusia (se ha terminado la fiesta y los precios ya han empezado su remontada) y sus zarpazos duelen mucho.
No se puede entender que los mismos que encontraron razonable la respuesta norteamericana ante la instalación de misiles en Cuba no comprendan la resolución rusa ante las amenazas que promueven en sus fronteras.
Pero, afortunadamente, parece que el presidente Obama piensa que Mérkel, la instigadora del conflicto ucraniano, ha ido demasiado lejos y con sus aventuras está perjudicando gravemente la economía europea, incluida la alemana, las relaciones entre EE UU y Rusia (importantísimas para lidiar con conflictos como el de Afganistán) y hasta la paz mundial.

Esperemos que triunfe el sentido común, que Rusia deje de ser vista como la enemiga y que la gente pueda regresar a sus casas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario