La Historia vuelve a repetirse.
Mientras en Europa Occidental Alemania ejerce su hegemonía política y azuza
conflictos en el Este, como el de Ucrania, escalando un peligroso peldaño
intervencionista que comenzó en los Balcanes, en Extremo Oriente Japón, bendecido
por EE UU, regresa a su tradicional política militarista que había quedado en
hibernación tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Los manifestantes
japoneses, amantes de la paz, que tienen fresco en la memoria aún el drama que
padeció el pueblo nipón merced al imperialismo belicista, salen estos días a
la calle en algunas ciudades exhibiendo fotos del primer ministro, Shinzo Abe,
caricaturizado con el bigote de Adolf Hitler. Abe, el mismo que visitó el Santuario
de Yasukuni, un templo sintoísta donde se venera a algunos de los mayores
criminales del Imperio del Sol Naciente, ha aumentado el presupuesto de Defensa
de Japón para el periodo 2.014-2.019 un 5% y abierto la exportación de armas,
que estuvo vetada durante cinco décadas. Son los cimientos de una nueva
industria militar y de un nuevo ejército. Para que no queden dudas sobre las
intenciones del Gobierno japonés, Shinzo Abe ya ha manifestado que se
estudiarán las opciones para poder reinterpretar el artículo 9 de la
Constitución, que limita el uso de la fuerza a la autodefensa y da al país un
carácter pacifista. Unas tres mil personas se manifestaban indignadas en el
parque Hibiya Koen al grito de “fascistas, no pasarán”, y sabían lo que decían.
Tras el nuevo militarismo japonés
están, naturalmente, los EE UU, que ven con preocupación el crecimiento de
China y sus FF AA y no quieren cargar con la mayor parte de los gastos que
acarrea la superioridad estratégica en la zona. Eso mismo se hizo con Taiwán,
que cuenta con unos ejércitos sobredimensionados para la capacidad económica
del país.
Los USA, como todos sabemos,
tienen una gran habilidad para revolver avisperos y crear problemas que luego,
eso sí, padecen, sobre todo, otros. Pero, apadrinar el rearme japonés tiene
muchos riesgos, porque Japón fue el responsable de una buena parte de las
atrocidades que conoció el mundo en el siglo pasado y ese terrible recuerdo
sigue latente en China y en Corea, donde la gente era enterrada viva con excavadoras,
rociada con armas químicas y donde cientos de miles de mujeres jóvenes fueron
entregadas como esclavas sexuales a las tropas imperiales, por poner solo
algunos ejemplos de sus fechorías. El mundo civilizado no debería fiarse de los
que rinden tributo póstumo a esos criminales, pero se ha escrito mucho menos de
la Guerra de Manchuria que de los campos de exterminio como Auschwitz.
EE UU ha reforzado su dispositivo
militar en el Pacífico y en el Mar de China, particularmente en Japón, donde ha
instalado una buena parte del dispositivo antimisiles de la IDE (Iniciativa de
Defensa Estratégica), sobre el papel para protegerse de un ataque de Corea del
Norte con misiles balísticos, pero, en realidad, para neutralizar la capacidad
estratégica de respuesta de China. USA también tiene basada, en Yokosuka (Japón),
y Corea del Sur, la VII Flota, con 60 buques, 350 aviones y 60.000 hombres. Además,
el secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel, ha dicho en China que “Filipinas
y Japón son aliados de EE UU desde hace mucho tiempo”, en respuesta a las
declaraciones del responsable chino de la Comisión de Defensa, general Chang Wanquan,
que había manifestado que la soberanía china sobe las islas Diaoyu es “indisputable”
y que su ejército está preparado para proteger sus intereses en el conflicto.
Es rebajando la tensión mediante
el diálogo sincero y no apoyando una escalada armamentista, como la nipona, que
puede dar muchos disgustos, como se deben solucionar los problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario