martes, 11 de febrero de 2014

EL GOLPE DE ESTADO QUE PREPARAN

Se cumplen 33 años del Golpe de Estado que apartó al presidente Suárez del poder, no de la fantasmada de Tejero y Milans del Boch, y otra vez hay indicios alarmantes de que se prepara otro en España. Esta vez no son los ruidos de sables, las reuniones entre el general Armada y Enrique Múgica, las maniobras de potencias extranjeras o los avisos de los servicios secretos sirios los que nos inquietan, sino las acciones de los independentistas, las declaraciones de destacados dirigentes políticos y la pusilanimidad del presidente del Gobierno y del Rey ante la peligrosa deriva de los acontecimientos.
Los nacionalistas catalanes no desean, en verdad, la independencia, pues son conscientes de que fuera de la Unión Europea hace mucho frío, ya se lo han advertido los empresarios alemanes, lo que quieren es lo que siempre han deseado: un trato diferenciado y de privilegio sobre la base de unos supuestos derechos históricos. Nunca quisieron el “café para todos” y tampoco quieren ni un tratamiento fiscal igualitario, ni las mismas competencias, ni, en fin, el mismo status que las demás comunidades autónomas. Hay un pecado original en la propia Constitución, el acceso a la autonomía bajo el artículo 143 o el 151, que establecía dos velocidades, pero que, afortunadamente, el tiempo se encargó de corregir.
Como en el golpe de Estado de 1.981, los socialistas también tienen mucho protagonismo. Tanto su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, como los conspicuos del PSC se han embarcado en una operación que, bajo la coartada del federalismo, esconde una maniobra oportunista cuyo objetivo es permanecer, pues si bien la socialdemocracia está en pleno declive en el conjunto de España, en Cataluña ha quedado bajo mínimos. Pero, una estrategia de este tipo tiene muchos riesgos, porque una buena parte de los votos socialistas en Cataluña proceden de los dos millones de andaluces que residen en aquella tierra. Por eso la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, se ha apresurado a apoyar las ocurrencias de sus compañeros catalanes.
Unos y otros quieren reformar la Constitución hasta que nuestra carta magna no tenga nada que ver con el Estado de las Autonomías que consagra. Pero, aunque CIU y PSC-PSOE son los encargados de hacer el trabajo sucio, el PP y el Gobierno que preside Mariano Rajoy, como en los acuerdos con ETA que incluían la liberación de los presos, deben ser colaboradores necesarios. ¿Era ese el verdadero plan que tenía Rajoy y que no nos quiso contar?

La Constitución Española no son Las Tablas de la Ley y puede ser reformada y mejorada, pero no se trata de eso, sino de romper su filosofía, su esencia, su razón de ser, su consenso entre todos y, lo que es aún mas importante, su legitimidad, pues fue aprobada en referéndum nacional por los españoles y, como ya se ha hecho con el tope del déficit, se quiere cambiar en un acuerdo de salón entre tramposos, pero esta vez en toda su profundidad. Eso sería, ni mas ni menos, un golpe de Estado, como el de 1.981.

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