Estos días se están produciendo noticias y acontecimientos que, sin duda, van a tener una incidencia importante en nuestro futuro. Continúa la tensión en la Península de Corea, en el área geográfica mas poblada del planeta, donde las amenazas nucleares del régimen de Pionyang sirven de coartada perfecta para que los EE UU desplieguen en la zona la segunda fase del programa de la IDE (Iniciativa de Defensa Estratégica); el Tribunal Constitucional de Portugal (es un aviso para navegantes) ha anulado las draconianas medidas que el Gobierno Luso, al margen de la opinión de su pueblo, había acordado con la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional); sale a la luz un libro, escrito por un primo de Dña. Leticia, que pone la guinda a los problemas que aquejan a la familia real; un sondeo de Metroscopia muestra que la intención de voto al PP y al PSOE, sumada, ya no llega al 50%, mientras sigue el ascenso imparable de IU y UPyD y, para mí lo mas importante, el Gobierno de Japón hace lo contrario que las políticas de ajuste de la UE y pone a funcionar la máquina de hacer billetes para dar un impulso a la inversión y al consumo.
A pesar de que la deuda pública de Japón ya ha superado el 100% de su PIB (la española ya está en el 97%) el Gobierno nipón se ha dado cuenta que solo con medidas de ajuste y de control del gasto no se sale de esta crisis. No son los primeros que van a utilizar la palanca de su papel moneda para dinamizar el mercado, desde hace tiempo también lo vienen haciendo EE UU y Reino Unido, estos de un modo excesivo, pues su déficit presupuestario y su estratosférica Deuda, sobre todo los de USA, siguen campando a sus anchas, convirtiendo el valor de sus billetes en mera cuestión de confianza. Pero ese todavía no es es caso de Japón, que además se beneficia de que su economía está en deflación (inflación negativa) y de que el volumen del yen en circulación es, comparativamente, modesto.
Es cierto que algunos ajustes y el control del excesivo gasto son necesarios y que no se puede recurrir al déficit presupuestario permanente, que obliga a un endeudamiento que hay que acabar pagando con dolorosos intereses, pero, en la coyuntura económica actual (sobre todo la española, que está en crecimiento negativo, con el mercado interno en caída libre y con 6 millones de parados), es imprescindible, además, insuflar en el mercado liquidez y dinero fresco, mas si tenemos en cuenta la situación de restricción del crédito. Los 40.000 millones de euros del rescate bancario, que nos está costando sangre sudor y lágrimas, solo sirvieron para tapar el agujero financiero-inmobiliario.
Pero, ¿puede el Banco de España fabricar papel moneda por indicación de nuestro Gobierno?, pues no, porque, como todo el mundo sabe, es el BCE y, en última instancia, la Comisión Europea, que parecen estar a las órdenes de Alemania, los organismos no democráticos que tienen la responsabilidad de la política monetaria de la Unión.
Por eso la opción de abandonar la moneda única no es ninguna tontería, tiene sus inconvenientes, pero, en la situación límite en que nos encontramos, cambiar el paso y romper la formación que desfila al silbato de la Sra. Merkel pienso que ya tiene mas ventajas. Conviene tener en cuenta que España, a pesar de su crecimiento negativo y al contrario que Japón, tiene una inflación interanual por encima del 2,5% y que un cambio de moneda supondría una depreciación automática de nuestra divisa y una escalada inflacionista, la primera tendría que asumirse, pero sería necesaria una contundente ley de estabilización de precios para embridar la segunda.
De momento, la única fuerza política que se ha manifestado en España claramente contra las directrices neoliberales, que implican una política monetaria restrictiva y unos ajustes brutales, que nos están enviando al abismo, ha sido IU, seguramente esa es una de las razones de su espectacular crecimiento en intención de voto.
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