viernes, 5 de abril de 2013

COREA DEL NORTE COMO COARTADA


La escalada de provocaciones y excesos verbales no cesa en la Península de Corea, mientras los ciudadanos del mundo asisten a una gran pantomima, la que permite desplegar a EE UU otra buena parte de la segunda fase del programa IDE (Iniciativa de Defensa Estratégica, también conocido como “Guerra de las Galaxias”) bajo la coartada de las amenazas nucleares del régimen de Pionyang. 
Seamos serios, si Corea del Norte amenaza a USA no es porque el nieto del fundador de esa república y su cúpula militar se han vuelto locos, son perfectamente conscientes de su insignificancia ante el poderío militar norteamericano, solo es una reacción al límite de los que temen ser atacados, como le pasó a Irak, y esgrimen su pequeño y poco sofisticado arsenal nuclear con la esperanza de que sirva de disuasión. En efecto, EE UU, Corea del Sur y Japón llevan realizando, desde hace unos dos años, maniobras militares en la zona de una envergadura e intensidad nunca vistas desde el alto el fuego de 1.951 (nunca se firmó un acuerdo de paz). Pero yo estoy convencido de que los EE UU no quieren atacar a Corea del Norte, porque el riesgo de implicación de China y Rusia es muy alto y los norteamericanos ya salieron escaldados de la Guerra de Corea, a pesar de que causaron tres millones de muertos entre los coreanos. La intención de EEUU es tensar la cuerda lo suficiente para poder desplegar en Japón y otras islas del pacífico toda la parafernalia de nuevas armas que han estado desarrollando en los últimos años, sin la oposición frontal de las dos grandes potencias de Asia y de los ciudadanos de los países afectados.
 Una buena parte de la primera y segunda fases de la IDE ya ha sido desplegada en Europa (aquí, déjeme usted reírme, la coartada fue la amenaza nuclear iraní) comprendidos potentes radares y sofisticados medios de interceptación, basados en tierra, en destructores equipados con el sistema AEGIS y en aviones F-15 portadores de misiles capaces de batir objetivos en la alta atmósfera. En concreto, hay armas y sistemas de la IDE en Gran Bretaña, Alemania, Polonia, República Checa, Rumanía y España (en Rota, Cádiz). También se han instalado ya en Japón dos potentes instalaciones de radar del mismo programa.
No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que el objetivo de la IDE es acabar con la disuasión nuclear, que ha evitado otra guerra mundial gracias a la convicción de la destrucción mutua asegurada, y poder amenazar la soberanía de otros países e incluso atacarlos sin miedo a una respuesta atómica. Rusia, que se quedó atrasada en el desarrollo de la tecnología antimisiles, ha dado su respuesta con la puesta en servicio de los cohetes con cabeza de ojivas múltiples “Bulavá”, con un rango de 10.000 kilómetros y que aseguran son invulnerables por su alta velocidad y trayectoria aleatoria, que están siendo emplazados apresuradamente en silos móviles en tierra y en los nuevos submarinos nucleares estratégicos de la clase “Borey”. Por su parte, China, que no dispone de la avanzada tecnología misilística rusa, pretende establecer la disuasión sobre la base de un arsenal de misiles balísticos estratégicos masivo, ni que decir tiene que el riesgo de accidente o error fatal  crece exponencialmente.
Cientos de empresas de los EE UU participan en el programa IDE, como encargadas principales o subcontratistas y se llevan una importantísima parte del presupuesto del Pentágono, porque estas armas, nuevas por principio, son carísimas, y presionan a los políticos para mas despliegues y nuevos encargos. La tercera fase de la IDE, que contempla la puesta en órbita de potentes cañones láser de inducción nuclear y electromagnéticos, aunque ha quedado ralentizada por la retirada de los transbordadores espaciales, sigue avanzando y permitirá a los EE UU en un futuro próximo amenazar la soberanía de cualquier país en cuestión de pocos minutos.
Esta, y no otra, es la clave de la tensión en Corea, un peligroso juego de intereses económicos y geoestratégicos  que se puede ir de las manos. 

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