Desde las postrimerías del franquismo, donde había una Ley de Prensa, que inventó Manuel Fraga, con la que, mediante su artículo segundo, se podían secuestras revistas y cerrar periódicos, yo no recuerdo ataques mayores a la libertad de expresión que los que se están viviendo ahora, cuando, merced a las nuevas tecnologías, a las redes sociales y al teórico desarrollo democrático, debería ser todo lo contrario. Pongamos dos ejemplos recientes: Estos días nos hemos enterado que Iker Jiménez, en concreto, su programa Horizonte, ha sido censurado en Mediaset y el periodista y director del programa llamado al orden porque a "alguien" no interesa que se digan cosas no políticamente correctas en su programa ¿Ha visto usted a algún ministro/ministra del Gobierno salir a poner a esa cadena televisiva, que, por cierto, es extranjera, en su sitio en defensa de la libertad de opinión? Aún peor: Elon Musk, el multimillonario dueño de Tesla, de SpaceX y del antiguo Twitter (ahora X), nos ha contado a todos que la Comisión Europea quiso chantajearlo prometiéndole retirar acusaciones contra su red social si permitía introducir la censura y el control en ella. Al parecer, a esos belicistas corruptos lo que más les preocupaba era que se difundan a través de esa red social noticias sobre Ucrania que vayan en contra de su relato sobre la guerra.
Si la censura es el instrumento principal de cualquier dictadura, que te amordacen tiene que ser especialmente doloroso para los periodistas. Todos sabemos que los medios tienen una línea editorial, pero eso no es exactamente censura, de hecho hay medios de información que permiten opiniones distintas, a veces totalmente opuestas a su línea, en sus páginas o en sus programas. Eso les da mayor credibilidad y es bueno para garantizar la libertad de opinión y de información que hasta ahora garantizaba la Constitución. La nueva ley, digámoslo sin ambages, pretende taparnos la boca a todos, pero aún más se la tapará a los periodistas, que tendrán que elegir entre el servilismo a direcciones sumisas ante el poder, porque sino no recibirán dinero de "publicidad institucional", por ejemplo, o las listas del paro. Quién nos iba a decir que en pleno siglo XXI íbamos a tener que volver a las octavillas y a la "vietnamita" en esta España "democrática", porque ni siquiera será posible una Radio España Independiente, los Pirineos franceses, y Rumanía, también dependen ahora de Bruselas.
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