Nos habían dicho que la
democracia era el sistema político menos malo, y posiblemente fuera verdad, el
problema es cuando nos quieren hacer ver como democracia algo que cada vez se
le parece menos y cuando los ciudadanos asistimos, como meros espectadores
manipulables, al juego trilero de los políticos que se llaman a sí mismo
demócratas. Sin duda uno de los procesos más antidemocráticos que hemos vividos
en los últimos años en el Viejo Continente, que, por cierto, tiene de viejo lo
mismo que los demás, ha sido la llamada Integración Europea, esa Europa de los
Ciudadanos que se ha convertido en una quimera, en un timo y en una patraña.
Tras el fiasco de la Constitución europea, que unos aprobamos y otros no, pero
que fracasó, no por eso se detuvo el “proceso de integración”, eso sí, ya sin
ninguna consulta a los ciudadanos, no fueran a decir que había cosas con las
que no estaban de acuerdo. Así se ha llegado a un punto donde una camarilla de
tecnócratas corruptos (como estamos viendo, por ejemplo, con el escándalo de
los contratos de las vacunas) hacen y deshacen a su antojo, fiscalizados, en
teoría, por los europarlamentarios de Estrasburgo, pero solo sobre el papel,
porque en la práctica hemos visto como muchos de ellos estaban comprados por
Qatar y por Marruecos y nada ni nadie nos garantiza que no estén comprados
también por otros países o por otros poderes. Por cierto, todos los cogidos con las manos en la masa, quiero decir, en la pasta gansa, ya están en
libertad. Es esa gentuza la que se organiza para comprar armas y municiones y
para azuzar guerras como fue la de Libia o es ahora la de Ucrania, para
participar en la primera, eso sí, se pidió permiso a los parlamentos
nacionales; para participar, de facto, en la segunda, donde todos nos jugamos
la vida, ni se ha consultado a los parlamentos nacionales ni directamente a los
ciudadanos de la Unión. A muchos esta devaluación evidente de la democracia les
dará igual o hasta la aplauden, pero claro, todo se contagia. El contagio lo estamos
viendo diáfano en la campaña electoral española, una campaña larguísima donde
no hay claves de elecciones municipales y autonómicas y de elecciones
generales, todo se confunde y todo se juega en el mismo tablero. No hay cosa
más grosera en la devaluación de la democracia que la compra de votos,
evidentemente. Los votos se pueden comprar de una forma legal, aunque poco
ética, como es repartiendo dinero gentilmente de los impuestos de los
ciudadanos a través de los Presupuestos Generales del Estado o de “partidas
extraordinarias” a algunos colectivos muy concretos y/o destinando ese dinero
también a “trenes gratis”, cines a “solo dos euros”, “videojuegos gratis”, etc,
etc, en fin, todas esas cosas que a usted le sonarán mucho y que son propias de gente con poco vergüenza y pocos escrúpulos, pero muy espléndida con el
dinero de los demás. Pero, los votos también se pueden comprar de forma ilegal,
“tú me das tu voto y yo te doy 150 euros”, no es exactamente lo mismo que de la
otra forma, pero se le da un aire. Eso estamos viendo ya de forma masiva en
Melilla y en algunos pueblos de la Península, como en Mojácar (Almería). La
corrupción en España ni de lejos se ha erradicado, ni, por supuesto, era
exclusiva del PP, como estamos viendo ahora. Unos fueron dopados a las
elecciones y otros quieren ir con sobredosis. Sin embargo, aunque las dos
formas de comprar votos que hemos señalado son las más llamativas, no son las
más importantes, no son, al menos de momento, las que pueden decidir unas
elecciones a nivel regional o nacional; aquí entra lo que
yo he llamado el “voto foráneo”, para aglutinar con un vocablo votos de extrañas
o singulares procedencias, me refiero, por ejemplo, al voto de gentes que son
españoles pero que dicen que su país es Marruecos y a nietos y biznietos de
emigrantes españoles que residen en el extranjero y que no han pisado nunca
España. Estamos hablando de millones. Pues bien, así es como se devalúa la
democracia, en España y en Europa, y así es como algunos se aprovechan de su
devaluación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario