La hipocresía sobre el aborto es
monumental, ni se trata de un asunto que concierne solo a la mujer, ni estar a
favor o en contra, aunque sea con matices, depende de una determinada ideología
política, ni siquiera ser católico, o no, es un condicionante para estar a
favor o en contra de la interrupción de embarazo, porque una cosa es lo que se
dice y otra muy distinta lo que se hace. Si para muestra basta un botón, debemos
recordar que el recurso del PP que ahora ha discutido el Tribunal
Constitucional lo presentó el principal partido de la actual oposición, que también lo era entonces, hace
nada menos que 13 años, y no se discutió en el alto tribunal hasta ahora, hasta
que hubo una mayoría “progresista”. Seguramente la mayoría “conservadora” no
tuvo tiempo en esos 13 años. Eso sí, fue la mayoría socialista en el Congreso de los Diputados la que aprobó la
primera ley del aborto en España, la de los tres supuestos, de Felipe González, que hemos mencionado, y también la que enmendó la plana a esa misma ley,
introduciendo la actual ley de plazos, ésta fue obra de la ministra de
Igualdad, en el Gobierno de Zapatero, Bibiana Aído, que, por cierto, entró muy
joven en política y a sus ubres sigue enganchada como representante de la
ONU Mujeres en Ecuador y después en la ONU mujeres en Colombia. Debemos
recordar también que la ONU ha excluido a los no nacidos del derecho a la vida.
Y es que de eso se trata, contemplar la interrupción voluntaria del embazado,
pagada, además, por todos los contribuyentes, estén de acuerdo, o no, con ella
como un derecho de la mujer, soslayando el derecho superior a la vida que
contempla el artículo 15 de nuestra Constitución.
Para ser un tipo de izquierda y
ateo y posicionarse en contra de esta ley y en contra de que el aborto sea un
derecho de la mujer hay que ser un valiente, pero hay que ser una auténtica
heroína para ser mujer y también estar en contra. Algunos habían acuñado el
término “feminazí” para calificar al nuevo totalitarismo feminista, pero ese
totalitarismo llama ahora “machinazis” a esas heroínas (que tienen todo mi
reconocimiento) que no están de acuerdo con que el aborto, por ejemplo, sea un método anticonceptivo más, sin límites éticos ni morales. Si hace quince años
nos dicen que se podrían abortar fetos con cinco meses no nos lo hubiéramos
creído, pero en los EE UU, de donde han venido muchas de las modas que ha
abrazado el feminismo radical, ya hay Estados donde se puede abortar hasta con
nueve meses de embarazo y ya hay grupos que dicen, sin cortarse un pelo, que
incluso habría que barajar la posibilidad de que fuera legal "suprimir" a los recién
nacidos en los primeros 12 meses de vida ¿Verdad que parece una locura? Pues,
no me lo estoy inventando. También dicen que en el mundo somos demasiados y
quieren "disminuir" una gran parte de la población, y tampoco me lo estoy
inventando. Ni mucho menos soy el único que ha debatido sobre el asunto del aborto estos días, pero no he escuchado a
nadie hablar, no solo de los derechos del no nacido, también de los derechos
del padre. El derecho de la mujer a abortar libremente lamina el derecho del
progenitor masculino a opinar siquiera sobre la vida de su hijo, pero si la
mujer decide seguir adelante con el embarazo, entonces el padre tiene todas las
obligaciones del mundo como padre. Lo de “nosotras parimos, nosotras decidimos”
había gente que no lo había entendido bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario