lunes, 26 de diciembre de 2022

LA INGENIERÍA Y SUSTITUCIÓN SOCIALES

 


Termina el año 2022 con ganas de perderlo de vista, aunque mucho que temo que, como cantaba Karina, en el 2023 cualquier tiempo pasado nos perecerá mejor. Mientras el coro aplaudía el discurso real ¿Felipe VI nos mintió, exactamente igual que nos mintió Pedro Sánchez, con el mayor problema que padecemos los españoles, la inflación? El monarca dijo, como Sánchez, que la inflación se debe a la guerra en Ucrania (Sánchez había dicho que a Putin) cuando todos deberíamos saber que, en febrero, antes de la intervención rusa en aquel país, la inflación en España era del 7,6%, es decir, menor que la que nos dicen que tenemos ahora. Así que alguien miente, o su majestad o las cifras macroeconómicas.

Para mí lo peor que ha sucedido en este país el año que termina, y mire usted que hemos pasado cosas malas, ha sido la aprobación de tres leyes consideradas por muchos/chas como progresistas y de izquierdas: La llamada Ley del “Solo sí es sí”, la Ley de Familia y la “Ley Trans”. Estas tres leyes no tienen nada de progresistas ni de izquierda, de hecho, forman parte de una moda que empezó a difundirse en EE UU en los sectores sindicalistas controlados por la mafia y que luego abrazaron movimientos “progresistas” de aquel país. Sin embargo, la verdad es que estamos hablando de una lucha con variopintos actores y cruzados intereses que busca cargarse la estructura familiar y social de Occidente y que para conseguir sus fines no renuncia a pasarse las constituciones por la entrepierna y al adoctrinamiento de los niños en las escuelas desde muy tierna edad sin que los padres u otros estamentos sociales puedan hacer nada, porque esas leyes incluyen modificaciones del Código Penal para castigar muy severamente a cualquiera que intente impedir su implantación y desarrollo ¿Hay alguien, en su sano juicio, que se atreva a discutir que no se ajusta a derecho que solo con el testimonio de una mujer y sin ninguna prueba se pueda meter a un hombre en la cárcel, que un solo individuo constituya una familia (familia monoparental entre los 16 nuevos tipos de familia introducidos en la ley) o que un tipo con un pene de 30 cm se pueda duchar con tus hijas en el gimnasio porque ha manifestado que se siente mujer? Son cosas de locos, pero ¿Quién ha dicho que las cosas de locos no pueden tener éxito? En este contexto, con esas leyes inconstitucionales, el control del Tribunal Constitucional es fundamental, aunque yo tengo más que serias dudas que la dirección del PP esté por la labor de revertir la situación. Carmen Calvo, tan feminista ella, se ha abstenido en la votación en el Congreso de los Diputados de la Ley Trans, se ha dado perfecta cuenta del ataque que supone a los derechos de las mujeres. Toma ahora la conspicua socialista de su propia medicina, porque votó a favor de la ley del “solo sí, es sí”, que se ciscaba en los derechos de los hombres. La otra pata de la ingeniería y la sustitución social es la inmigración masiva sin control de ningún tipo, pero amparada y subvencionada. Como la moda “Woke”, esta también proviene de EE UU (que se lo pregunten a los pocos amerindios que quedan allí, la mayoría en reservas, como rarezas) Esa ingeniería social de sustitución a través de la inmigración y/o colonización también fue implementada con notable éxito por los sionistas en Palestina (en el actual Israel a principios del siglo pasado los judíos solo eran el 5% de la población) o por Marruecos en el Sáhara Occidental (Marruecos lo está llevando a cabo también en Ceuta y Melilla). En Europa el ejemplo más llamativo lo tenemos en Kosovo, cuna de la patria serbia, donde ahora los albanokosovares son mayoría y los serbios son parias en su propio país. Así es como piensan acabar con la Europa Occidental que conocíamos, con nuestra sociedad, y ya están muy cerca (ha visto usted a la selección francesa de fútbol). Pues bien, si en ese empeño hay extraños compañeros de cama, en la oposición a él también empieza a haber extraños aliados. Es cuestión de prioridades.

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