Son varias las razones de que el
precio de la vivienda en alquiler cabalgue desbocado, por un lado, una
inflación que en España ya era en febrero (antes de la intervención rusa en
Ucrania) del 7,6% y, por otro, las políticas estúpidas que, pretendiendo
abaratar los precios y proteger a los menos pudientes, lo que han logrado (como
habíamos dicho que sucedería) es exactamente lo contrario. En una economía de
mercado, como la nuestra, los precios los determina el juego de la oferta y la
demanda y hacer ingeniería política o alquimia del ladrillo, o de otros
sectores, no funciona. Así, topar los precios, como se ha hecho en algunas ciudades, como Barcelona, no solo ha logrado que circule más el
dinero negro, también que caiga la oferta de vivienda de alquiler en picado, en
la ciudad condal hasta un -47%. Si a esto añadimos que las medidas antidesahucios
y la protección idiota de la okupación ha desincentivado aún más la oferta, tenemos la tormenta perfecta. Además, a estos problemas hay que añadir la
caída de la oferta de vivienda nueva, por varias razones, entre las que
sobresalen las espectaculares alzas de los precios de los materiales, las
subidas de los tipos de interés y las mayores dificultades que en estos
momentos existen para acceder a créditos hipotecarios.
Como no se ha protegido a los
propietarios (la mayoría no grandes tenedores, sino familias con dos o tres
viviendas, algunas procedentes de herencias) de impagos, okupaciones y
destrozos, los cientos de miles de pisos vacíos que hay en España no han salido
al mercado del alquiler y los requisitos que se exigen a los nuevos inquilinos,
para cubrirse los propietarios las espaldas, alejan cualquier posibilidad de
acceso al alquiler a muchos jóvenes y a muchos trabajadores. La guinda del
pastel es la escasísima vivienda de promoción pública que hay en España,
muchísimo menos que en otros países de Europa. En fin, aquí nos gastamos el
dinero en ocurrencias absurdas y en enviar armas a los que han prohibido,
además de a otros once partidos, el Partido Socialista.
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