viernes, 22 de febrero de 2019

BAILANDO AL BORDE DEL PRECIPICIO


A pesar de que existe la creencia generalizada de que el mundo ha estado en el pasado mucho más cerca del apocalipsis que actualmente, yo discrepo de esa opinión, y no precisamente por el colapso medioambiental, que también. Los avances tecnológicos aplicados a la industria del armamento han propiciado el desarrollo de armas, nuevas por principio, que han multiplicado exponencialmente el peligro de un holocausto nuclear. La aparición en escena de misiles hipersónicos, que pueden viajar a más de diez veces la velocidad del sonido, de misiles con motores nucleares, que pueden estar volando durante días esperando la orden de atacar, la militarización del Cosmos, y la robótica, no solo aplicada a las armas, también a los centros de mando y control, deberían poner a los ciudadanos los pelos como escarpias. Hemos llegado a tal punto en la locura que potencias como EE UU y Rusia ya disponen de control robótico para sus misiles estratégicos, es decir, aún en el caso de que sus Gobiernos y sus Estados Mayores hubieran sido aniquilados en un primer golpe, las máquinas se encargarían de seguir disparando los misiles nucleares para asegurar la destrucción total del contrario, y de la Humanidad. Dada la velocidad de los nuevos misiles y el control automático de la respuesta, un error fatal, un fallo o un mal entendido podrían desatar la catástrofe y sería prácticamente imposible pararla.
Cuando los EEUU empezaron a desarrollar la Iniciativa de Defensa Estratégica, también conocida como “Guerra de las Galaxias”, soslayando los acuerdos que habían firmado con la antigua URSS, algunos ya empezamos a preocuparnos muy seriamente. Ese programa no es de armamento defensivo, no era, como nos contaron, para interceptar misiles de Irán o de Corea del Norte, estaba destinado, entre otras cosas, a neutralizar los misiles estratégicos de Rusia y de China y poder asestar un primer golpe nuclear sin miedo a la respuesta. Al despliegue de complejos sistemas de detección, siguió la instalación de sistemas antimisiles, bien coheteriles o de potentes cañones láser o electromagnéticos, todos ellos basados en tierra, en el mar y en el Cosmos. Pero, los que quieren intimidar a los demás y poner en cuestión su soberanía han dado otro paso más al romper unilateralmente el tratado sobre misiles de alcance medio. En efecto, los EE UU quieren volver a instalar en Europa este tipo de misiles, como ya hicieron en el pasado, pero ahora con la tecnología hipersónica. Quiere esto decir que un misil nuclear lanzado desde Polonia o Rumanía podría llegar a San Petersburgo o Moscú en menos de diez minutos. Obviamente, Europa Occidental sería la primera en recibir la demoledora respuesta atómica. Cuando en el mundo se han acumulado enormes stocks de armas nucleares y los expertos discuten únicamente cuantas veces, o decenas de veces, se puede aniquilar a la Humanidad con estas armas, es el momento más oportuno de iniciar la retirada del balanceo al borde del precipicio y pasar de la búsqueda del equilibrio del miedo a formas civilizadas de relaciones entre los Estados. 

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