miércoles, 14 de septiembre de 2016

LA CRISIS DE LA UNIÓN EUROPEA

La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha hecho evidente la debilidad de una comunidad que está viviendo sus horas mas bajas y que está sufriendo una crisis que no es nueva pero que se ha agravado tanto que puede acabar desintegrándola.
No debemos confundir Europa con la Unión Europea, porque si bien en esta Comunidad están integrados 27 Estados (ya descuento al Reino Unido) ya veremos los que quedan dentro de unos pocos años, Europa es otra cosa y se extiende desde Gibraltar hasta los Urales. Rusia, por ejemplo, es el mayor país (sin contar Siberia) y el mas poblado de Europa, pero, como todo el mundo sabe, no pertenece a la Unión, como tampoco Bielorrusia, Ucrania, Noruega, Suiza, Turquía, Islandia, etc. Es decir, hay muchos mas europeos que no pertenecen a la UE que en ella. Y este, se lo aseguro, no es un asunto baladí y todavía lo será menos en el futuro si no hay un punto de inflexión en la deriva de la UE, porque algunos de esos Estados tienen y tendrán mucha influencia en los asuntos que conciernen a Europa.
Los problemas que está viviendo la Unión Europea no tienen una causa única, son poliédricos. Asuntos como una loca ampliación a muchos países que no estaban en condiciones de ingresar, hasta la inmigración masiva están siendo determinantes en esta crisis, pero también lo son la falta de armonización, de una unidad financiera y fiscal, la crisis económica y la aparición en escena de nuevos agentes económicos muy poderosos y competitivos, como China o India. Yo creo, sin embargo, que el problema principal es político. La Unión Europea no existiría si países tan importantes en ella como Alemania y Francia no hubieran estado gobernados por dos grandes estadistas, como Konrad Adenauer y Charles De Gaulle. Ya no existen políticos así en Europa Occidental, con esa altura de miras y que hayan tenido tan presentes las desgracias que padeció nuestro Continente cuando cada uno iba a lo suyo. La Unión Europea afrontaría los problemas de otra manera si tuviéramos esa Constitución que se fue al garete por la poca implicación de algunos líderes políticos en su aprobación. La Europa de los ciudadanos de que nos hablaban ha quedado reducida a miles de burócratas y a oscuros intereses, los de los bancos y las grandes corporaciones, que muchas veces ni siquiera coinciden con los particulares de los Estados, y su Gobierno, la Comisión, es un ente que no elige la gente cuyos miembros tienen un estupendo salario a cambio de obedecer las órdenes de poderes que tampoco son democráticos.

Si la Unión Europea no se reforma y se democratiza, eligiendo, por ejemplo, directamente los ciudadanos a los miembros de la Comisión y presentándose su presidente con un programa electoral ante la gente, no ante el Parlamento de Estrasburgo, si no se aprueba una Constitución y si no se establecen unas reglas de juego iguales para todos, eliminando los paraísos fiscales y con unas condiciones salariales, sociales e impositivas mas armónicas, lo va a pasar muy mal y lo que ha sucedido con los británicos no será una singularidad.

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