domingo, 29 de noviembre de 2015

NO, A LA GUERRA

Quien me iba a decir a mí que después de unos años tendría que volver a escribir un artículo con el mismo título y, además, referido a casi lo mismo.
En plena campaña electoral en España otra vez vuelve a salir la gente a la calle y otra vez se abre el mismo debate que cuando José María Aznar envió tropas españolas a Irak bajo el pretexto de las inexistentes armas de “destrucción masiva”. Ahora las imágenes que nos asaltan son las de los atentados de París o de la Bruselas militarizada y antes fue la “foto de las Azores”, pero todo se parece mucho, sobre todo en como se vuelve a mentir.
Hay diferencias significativas en las fuerzas políticas que ahora están detrás del slogan del “No a la Guerra”, el PSOE, que ha firmado el Pacto Antihihadista, se ha descolgado, porque no estima oportuno utilizarlo como arma electoral, como hizo hace unos años, al estar convencido que ahora la opinión pública está mas mediatizada por los belicistas. Craso error, porque aunque las manifestaciones que se están produciendo en España aún no son demasiado importantes y en los diarios y los foros sociales parecen mayoría los que, de repente, (hace unos meses, cuando el ISIS rebanaba pescuezos de soldados prisioneros y periodistas, no decían ni pío) sienten el prurito guerrero, hete aquí que el domingo 29 de noviembre el diario “El Mundo” publica una demoledora encuesta, de Sigma Dos, donde se pone, negro sobre blanco, que nada menos que el 54% de los españoles está contra la guerra y solo un 35% a favor, cuando esto no ha hecho mas que empezar y las consecuencias de las irresponsables medidas que siguen tomando los Gobiernos occidentales aún no son debidamente valoradas por la opinión pública.
Hay algunas cosas que hay que dejar bien claras: no es que los ciudadanos no sean plenamente conscientes del peligro de los yihadistas y de que hay que acabar con el Estado Islámico, Al Qaeda, el Frente al Nusra y todos esos grupos de criminales fanáticos que, dicho sea de paso, han estado encubiertamente apoyados por Occidente y financiado por los regímenes feudales árabes, en Libia, En Siria y en Irak, sino que la gente no ve claros cuales son los verdaderos objetivos de los Gobiernos y que se esperan obtener al final. Somos muchos los que no nos fiamos de los que, bajo la coartada de la lucha contra el yihadismo, recortan libertades, modifican las constituciones y apoyan a Gobiernos, como el de Turquía, que derriba aviones de los que sí están dando hasta en el cielo de la boca a los asesinos y lloran con lágrimas de cocodrilo ante los asesinatos de manifestantes opositores y de periodistas díscolos. Que se prohíban hasta las manifestaciones ecologistas en París ante la cumbre del cambio climático es un signo inequívoco de que vamos por muy mal camino. Como dijo el gran norteamericano Benjamin Franklin: “El que está dispuesto a sacrificar libertad por seguridad no merece ni libertad ni seguridad”.

Francia, como hizo en su día en Libia y quiso hacer en Siria, quiere arrastrar a la OTAN a una nueva guerra, donde Libia, otra vez, sería el plato fuerte. Coquetearon con el monstruo para acabar con Al Gaddafi, pero la cosa no salió bien, y ahora el Estado islámico amenaza el imperialismo francés en el Magreb y en el Sahel. Los irresponsables que no cuenten conmigo.

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