domingo, 19 de julio de 2015

LOS ASESINOS DEL ESTADO ISLÁMICO

Aunque los miembros del Estado Islámico, esa propia entidad, y los países que los financian, arman y protegen, son sunitas, el ISIS utiliza la vieja estrategia del terror de un persa, de familia chiita, que se convirtió al ismailismo, una rama esotérica del Islam que defiende una interpretación muy peculiar del Corán. Es imprescindible conocer esto para entender las prácticas y la estrategia de los terroristas del Estado Islámico. Hasan al-Sabbah nació en Qom, actual Irán, en 1.034 y después de abrazar el ismailismo y de acatar la autoridad del imán-califa de El Cairo, al Mustansir y su “Da´wa” (misión) fundó una orden criminal, los hashshashin, de donde deriva la palabra asesino. Mediante fanáticos suicidas a los que se prometía el Paraíso, la secta sembró el terror en los países de la zona y Hasan al-Sabbah se aseguró la impunidad y hasta la protección de las autoridades, pues todos temían ser víctimas de sus hashshashin.
Cuando en Occidente empezamos a tener noticias de los horribles crímenes de algunos grupos de fanáticos sunitas, como el Frente al Nusra, que torturaba y asesinaba prisioneros del ejército sirio con una bestialidad espeluznante, algunos, pocos, todo hay que decirlo, ya empezamos a darnos cuenta de a que nos enfrentábamos. Pero, mientras los miembros del Frente al Nusra, una de las filiales de Al Qaeda, decapitaban y se comían los corazones de los soldados sirios, otros demonizaban al presidente al Assad y organizaban conferencias internacionales de donantes para proveer de fondos a los terroristas.
La verdad es que la estrategia de los nuevos asesinos no ha empezado en la Guerra de Siria, ya la habíamos visto en Iraq, no solo con sus atentados suicidas contra las fuerzas de ocupación, también contra la población chiita. Y, por supuesto, también fue la misma en la Guerra de Libia. El linchamiento de al Gaddafi, ante el beneplácito occidental, fue solo la muestra de las atrocidades cometidas en Libia por los mercenarios islamistas contra los soldados libios prisioneros y contra la población de inmigrantes subsaharianos, que era casi de dos millones de personas, y que tuvieron que huir en masa para no ser decapitados, al ser acusados de colaboracionistas con el caído régimen.
Los asesinos del Estado Islámico han extendido su régimen de terror al Kurdistán donde crucifican cristianos, violan mujeres y obligan a los niños a matar prisioneros, bien de un tiro en la nuca o degollándolos, convirtiendo la barbarie en espectáculos públicos que dejan en buen lugar a los circos romanos. No pasa el día sin que nos regalen a través de Internet alguno de sus crímenes, cada vez mas crueles e inhumanos. Es la misma estrategia del terror que ha extendido Boko Haram, otra filial de al Qaeda, por todo el Norte de Nigeria y por el Sahel.
Yo creo que Occidente no se ha tomado totalmente en serio el problema y prefiero no pensar que no se toman medidas mas contundentes contra los asesinos del ISIS por miedo a atentados. Si estos fanáticos se hacen con armas de destrucción masiva, bien nucleares, químicas o bacteriológicas, entraríamos en un escenario cuyas consecuencias pueden ser apocalípticas.
EE UU está cambiando su percepción de la situación y el acercamiento con Irán es una prueba de ello, pero es necesario apoyar también al Gobierno sirio, que es el que lleva, junto con los milicianos kurdos y chiitas iraquíes, el mayor peso de la lucha contra los asesinos del Estado Islámico. En esa alianza contra el terror también participan desde voluntarios libaneses de Hezbolá hasta internacionalistas europeos de izquierda enrolados en las filas del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán).


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