Quien no ha oído hablar del “efecto
mariposa” según el cual el aleteo de una simple mariposa puede provocar un tsunami
al otro lado del mundo. Es la dinámica del caos. Hace ahora unos dos meses, y
en este mismo medio, escribí un artículo titulado “La explosión de la burbuja de la Deuda”, que
era un aviso de lo que imperativamente tenía que suceder. En él comentaba que algunos
acontecimientos, como un impago de la Deuda por parte de Grecia, podían provocar
una reacción en cadena de morosidad global,
o que algunas operaciones atípicas, como la compra masiva de oro por
parte de China, nos pondrían en alerta de que las cosas se iban a precipitar.
Sin embargo, a fuerza de ser sincero, tengo que decir que no pensaba que los
acontecimientos se fueran a suceder ni tan pronto ni a la velocidad que se están
produciendo.
La gravedad de la caída de las
bolsas chinas y, por contagio, de todas las del sudeste asiático se ha querido
achacar a operaciones especulativas a corto plazo y a que aproximadamente un
80% de los inversores son privados y, por tanto, el Gobierno chino y otros
Gobiernos no pueden ejercer un cierto control sobre las transacciones. Pero, si
bien es verdad que el índice de las bolsas habían experimentado un incremento
muy importante recientemente y que era normal que los especuladores intentaran
obtener beneficios, el papel puesto a la venta supera con mucho esa previsible
eventualidad, hasta el punto que en solo dos días las bolsas de China han
perdido mas de 3 billones de euros, es decir, mas del doble del Producto
Interior Bruto de España. Esa situación de auténtico pánico, que vamos a ver
que consecuencias conlleva, tiene, sin embargo, para mí otras causas: una, la
ralentización del crecimiento económico en China, porque los objetivos de
crecimiento fueron demasiado optimistas en la actual coyuntura económica
internacional y porque el mercado interno chino, siendo muy importante, no
tiene la capacidad de absorber una caída de las exportaciones como la que se
está dando. Otra, que el dinero invertido en acciones fácilmente negociables y
de alta rentabilidad a corto plazo, pero sobrevaloradas, ha entrado en pánico
ante las noticias y rumores que empiezan a circular entre los inversores. Por
último, tenemos el “efecto mariposa” de un pequeño país europeo en graves
dificultades, Grecia, un efecto amplificado por el aleteo de la
irresponsabilidad política de muchos jefes de Gobierno de los países de la
Unión Europea. En efecto, en vez de reconocer que los planes de austeridad no
han funcionado y que son necesarias otras medidas y otros plazos para recuperar
la senda del crecimiento y la estabilidad presupuestaria, algunos dirigentes
europeos están enfrascados en ridículos antagonismos ideológicos con el
Gobierno griego y en utilizar los problemas de Grecia para convencer a los
ciudadanos de la bondad de sus
políticas, no digamos si ya están en campaña electoral
Mientras el Gobierno de los EE UU
ha percibido claramente que el asunto griego hay que tomarlo muy en serio, no
ya por sacar al país del pozo y por su importancia geoestratégica, que también,
sino por su capacidad de contagio, por eso el presidente Obama se ha implicado
a fondo, y que hasta el Fondo Monetario Internacional, con las declaraciones de
Christine Lagarde y el informe que ha publicado hace unos días, parece un aliado
de Alexis Tsipras, otros, como el presidente del Gobierno español y sus
ministros, los burócratas de Bruselas y la señora Merkel hacen todo lo posible
para que la mariposa griega provoque un tsunami en China y en todo el mundo.
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