martes, 12 de mayo de 2015

LA IMPLEMENTACIÓN DEL VOTO

Yo creo que no podemos hacer un pronóstico aproximado de lo que puede suceder en las próximas convocatorias electorales en España sin analizar lo que sucedió en las elecciones generales del año 2.011. En los comicios que se celebraron aquel mes de noviembre el PP obtuvo mayoría absoluta y 186 diputados, pero, el partido de Rajoy no se benefició realmente, en cuanto a número de votos, de la pésima gestión que habían hecho los Ejecutivos de Zapatero, ni de la indignación de los ciudadanos ante las medidas neoliberales que los socialistas tomaron bajo la coartada de una crisis que habían negado pocos meses antes. De hecho, el PP había obtenido en las anteriores elecciones generales, del 2.008, 10.278.010 votos y en las del 2.011 fueron 10.830.696, es decir solo 557.683 votos mas. Pero, si tenemos en cuenta que el PSOE tuvo 11.289.335 votos en 2.008 y solo 6.973.880 en 2.011, perdiendo nada menos que 4.315.455, tendremos que convenir que fue la debacle socialista, mas que el éxito derechista, lo que cambió el Gobierno de España.
Si analizamos los votos obtenidos por unos y otros en 2.008, unos comicios menos atípicos que los del 2.011, veremos que el saco de la derecha está en torno a los once millones de votos, incluyendo los que obtienen formaciones nacionalistas como CIU, y que los votos de la izquierda son mas, pues si sumamos los obtenidos ese mismo año por PSOE e IU, sin contar partidos independentistas, son mas de doce millones. Las clave de los resultados de las elecciones generales del 2.011 fue que un importante número de votos del PSOE se fueron a IU, que subió de 969.946 a 1.680.810, y que un número aún mayor se fueron a la abstención, que pasó del 26,15% en 2.008 al 28,31% en 2.011.
Merced al sistema electoral español, los votos que se concentran en una formación política priman sobre los que se reparten entra varias, aunque luego se hagan pactos para gobernar. Esa ha sido la baza que ha tenido (y yo creo que todavía tiene) la derecha en España, porque todos los votos, desde la extrema derecha hasta el centro-derecha, se han concentrado en el PP. Cuando ha surgido otro partido derechista, como sucedió en Asturias con Foro, la formación política de Cascos, el esquema saltó por los aires.
La incógnita de los resultados de los próximos comicios a celebrar en España no es si va a ganar la izquierda o la derecha, sino cual va a ser la distribución del voto, el grado de abstención y como se va a trasladar eso al número de escaños de las distintas fuerzas políticas. También, naturalmente, la política de pactos tras las elecciones. Pero, por primera vez, el sistema electoral puede no favorecer tanto a las formaciones mayoritarias si los partidos emergentes, como Podemos y Ciudadanos, logran un porcentaje de votos alto, por encima del 15%. Si fuera así y si Ciudadanos logra arrebatar una buena parte del electorado al PP, ganaría la izquierda, aunque su voto estaría muy dividido entre PSOE, Podemos e IU y, visto las políticas socialistas del pasado reciente, los pactos de Gobierno progresistas serían muy difíciles de lograr, por no decir casi imposibles.


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