domingo, 17 de mayo de 2015

LA EXPLOSIÓN DE LA BURBUJA DE LA DEUDA

Una de las mayores mentiras que se han dicho en los últimos años es que nadie había previsto la explosión de la burbuja financiero-inmobiliaria, cuando no solo algunos reputados economistas la habían anunciado bastante tiempo antes, incluso hasta el mas tonto del pueblo sabía que,  inevitablemente, iba a suceder. La gente sabe que se va a morir, pero no está preocupada por eso, la cosa cambiaría si supiera cuando, por eso no se tomaron las medidas pertinentes antes de que las hipotecas subprime iniciaran la cadena de desagradables acontecimientos que hemos vivido.
Hay dos cosas que a mí me han llamado mucho la atención desde que el tinglado del “ladrillo” se viniera abajo. Una, que los políticos que tenían la obligación de velar por nuestros intereses no hayan pagado sus fechorías y, otra, que sean esos mismos políticos los que estarán al timón de los Gobiernos cuando estalle la burbuja de la Deuda, que todo el mundo sabe que también estallará y cuyas consecuencias serán devastadoras para el mundo.
Pero, si sabíamos que la continua pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores que se había producido en los últimos años iba a ser el detonante de la explosión financiero-inmobiliaria, cuando los ciudadanos no pudieran pagar sus créditos, no sabemos con certeza, sin embargo, cual va a ser el de la explosión de la burbuja de la Deuda. Como en la física cuántica, también en esta cuestión hay un “principio de incertidumbre”, cuanto mas seguros estamos de que la catástrofe está próxima, menos sabemos cual es la cantidad y situación real de los créditos, porque la verdad es tan grave y lo que se debe tan estratosférico que su conocimiento público haría cundir el pánico y esta vez es muy probable que los políticos no se fueran de rositas, y lo saben.
La Deuda de la mayoría de los países es tan grande que nunca podrá ser pagada, pero lo peor no es que los créditos ya sean superiores a su PIB, lo peor es que algunos Estados incluso han comprado una buena parte de su propia Deuda con el dinero de la reserva destinada a las pensiones, por ejemplo. Cuando la burbuja estalle el dinero, tal como lo conocemos,  ya no servirá porque será una evidencia que el papel moneda existente supera con mucho el valor real de las cosas. Este fenómeno ya se vivió, a una escala muy inferior, en la Argentina de los años 80. Con una Deuda gigantesca y con la máquina de hacer billetes trabajando a destajo un café valía miles de pesos. Las convulsiones sociales que va a provocar la mayor estafa de la Historia, protagonizada también por los bancos y sus lacayos, están aseguradas. Porque es una estafa monumental que los bancos centrales presten dinero a bajo interés a las entidades financieras privadas para que estas, a su vez, lo presten a los ciudadanos con unos intereses 5 veces, o más, superiores.
Hay algunos acontecimientos que podrían hacer de detonantes de la catástrofe que se avecina. Uno de ellos es que algunos Estados, como Grecia, dejaran de pagar y que se produjera una reacción en cadena de morosidad global y otro que algunas operaciones atípicas nos pusieran en alerta de que las cosas se van a precipitar y se precipiten. China está cambiando apresuradamente la Deuda que ha comprado de otros países por valor, incluidas grandes partidas de oro y otros metales preciosos. Por cierto, ante lo que va a pasar, es increíble que la cotización del oro siga estable y no se haya disparado su demanda.
La explosión de la burbuja de la Deuda terminará con la economía virtual y con la loca pirámide financiera que se ha construido sobre la mentira y el engaño. Los piratas del dinero tienen sus días contados, pero su agonía nos hará sufrir a todos.




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