domingo, 26 de abril de 2015

EL DESASTRE DEL PESQUERO RUSO

Hace mas de doce años, fue el 13 de noviembre de 2.002, cuando el tristemente famoso petrolero “Prestige”, que navegaba desde Rusia a Gibraltar y había hecho escala en Letonia para completar la carga, sufrió una grieta en el casco producida al chocar con algún objeto (dos barcos habían perdido varios contenedores y unos 200 troncos de madera en la zona) o por un fuerte golpe de mar. El accidente se produjo frente a la Costa de la Muerte, muy cerca de Galicia. España nunca se había enfrentado a un desastre similar, aunque el mundo ya había padecido gravísimos accidentes de petroleros, como el del “Amoco Cádiz”, que naufragó en las costas de la Bretaña francesa derramando 223.000 toneladas de crudo, y del “Exxon Valdez”, que contaminó las costas de Alaska al verter 42 millones de litros de petróleo. Tres ejemplos de una larguísima lista de accidentes de buques y plataformas petrolíferas que han causado verdaderos dramas medioambientales sin que, ni de lejos, la energía obtenida a partir del petróleo tenga tan mala prensa como la nuclear.
Tras el accidente del “Prestige”, se barajaron tres alternativas: meterlo en el Puerto de La Coruña y extraer allí el petróleo, hacerlo embarrancar en una zona de la costa y atacar allí el vertido o enviarlo a alta mar y que la naturaleza solucionara el problema. Como todos sabemos, se escogió la peor alternativa, seguramente porque la entrada del Puerto de la Coruña ya se había visto bloqueada por el accidente del petrolero “Urquiola”, que procedía del Golfo Pérsico con 100.000 toneladas de crudo, y que explotó cuando intentaron desembarrancarlo (aquella fue otra gran catástrofe medioambiental de la que pocos de acuerdan) y porque nadie quería cargar con la responsabilidad política de haber tomado la decisión de embarrancarlo en la costa. Hoy sabemos que esa habría sido la decisión mas acertada.
Pero, estos desastres poco o nada tienen que ver con lo que ha sucedido en Canarias con el pesquero ruso “Oleg Naydenov”. Mientras que el “Prestige”, por ejemplo, tenía 243 metros de eslora, desplazaba mas de cien mil toneladas y llevaba 77.000 toneladas de fuel de alta viscosidad y alto contenido de azufre, el pesquero ruso era un buque muchísimo mas pequeño y solo llevaba 1.500 toneladas de combustible. Lo único que tenían en común estos barcos es que las medidas de seguridad y el estado general de mantenimiento dejaban mucho que desear, algo conocido cuando se utilizan banderas de conveniencia (el “Prestige” llevaba bandera de Bahamas) o cuando mas que de un barco de pesca hablamos de un barco pirata, que se salta todas las normas y que, por eso, ya había estado retenido en Camerún.
Ante el incendio del “Olog Naydenov” en el Puerto de la Luz (Las Palmas) a Capitanía Marítima no se le ocurrió otra cosa que sacarlo a alta mar. Como si aún no tuviéramos todos el recuerdo de lo que sucedió con el “Prestige” y con aquellos “pequeños hilillos, como de plastilina” que salían de su casco, que, paradojas de la Historia, así nos contó el que hoy es presidente del Gobierno de España. Ya están llegando a las costas Canarias las consecuencias de la última fechoría.
Hay responsabilidades políticas evidentes que deben ser depuradas y los ciudadanos tienen una ocasión de oro, dentro de pocas semanas, para tomarse la justicia por su mano. Las consecuencias del accidente del “Prestige” costaron 12.000 millones de dólares (el tercero mas caro de la Historia) pero extraer el combustible del “Olog Naydenov, que se encuentra a 2.700 metros de profundidad, también serán onerosas para el contribuyente.

Por supuesto, dentro de poco, con mas razones que nunca, volveré a veranear en Canarias.

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