miércoles, 12 de noviembre de 2014

SITUACIONES INSOSTENIBLES

Dos nuevos escándalos, algo con lo que ya nos hemos acostumbrado a desayunar todos los días, han centrado mi atención en las últimas fechas, uno es el del presidente de la Comisión Europea, el recientemente elegido Jean Claude Juncker, y otro el de la consejera de Bienestar Social del Gobierno asturiano, Esther Díaz. No es que los nuevos casos sean especialmente singulares, pero forman parte de una de las patologías mas graves que padece este sistema político. A la mayoría de la gente le saca de sus casillas ver como muchos políticos se han llevado el dinero crudo a su casa, bien procedente de “mordidas” para recalificar terrenos o proporcionar jugosos contratos con la Administración, o bien directamente el del contribuyente, pero, a mi, que quiere que le diga, me indignan mucho mas los políticos listillos, los que sin maneras tan groseras hacen igualmente su agosto gracias al usufructo del cargo público que ocupan.
Mucha gente está convencida de que en realidad ya no son los ciudadanos los que deciden los Gobiernos y las políticas y que son las grandes corporaciones, la gran banca y unos cuantos supermillonarios los que imponen su ley. Todavía no es totalmente cierto, pero casi. Y eso es así porque una buena parte de los políticos que nos gobiernan han tenido, tienen o piensan tener algún tipo de relación económica con esos “agentes”. Hasta el mas tonto del pueblo sabe que expresidentes del Gobierno y exministros trabajan ahora, es un decir, en compañías privadas a las que afectaron y/o beneficiaron directamente las decisiones que tomaron cuando estaban en el Ejecutivo. El ejemplo mas significativo es el de Felipe González y José María Aznar, que cuando fueron presidentes del Gobierno tomaron decisiones estratégicas sobre el sector eléctrico muy dolosas para los españoles y que ahora están a sueldo ¡y qué sueldo! de Gas Natural y Endesa. Pero, además de otros ex altos cargos, 20 exministros han trabajado o trabajan ahora para grandes empresas privadas que forman un oligopolio en sectores estratégicos de nuestra economía, como Ángel Acebes en Iberdrola, Josep Borrell en Abengoa, Javier Solana en Acciona, Elena Salgado en Endesa, Marcelino Oreja en FCC, Abel Matutes e Isabel Tocino en el Banco de Santander, Eduardo Zaplana en Telefónica, etc. Si hay casta política esta es la peor.
Los franceses están bastante preocupados, no sin razón, porque su presidente, su primer ministro y su ministro de Economía, los mismos que les están pidiendo sacrificios y anuncian “ajustes y reformas” han tenido relación con la Banca Rothschild, ese grupo financiero judío que controla, de facto, el Banco de Inglaterra, la Reserva Federal, El Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco de Pagos Internacionales. Se dice que la familia Rothschild es propietaria de mas de la mitad de la riqueza del planeta, estimada por el Credit Suisse en unos 231 billones de dólares. Y también sienten zozobra muchos ciudadanos de la UE que han descubierto que nada menos que el presidente de la Comisión (caso “Lux Leaks”) favoreció a las multinacionales, cuando fue primer ministro de Luxemburgo, con rebajas fiscales escandalosas e ilegales. Ya dijo Marx que no se debe poner a la zorra a cuidar de las gallinas.
Pero, que una persona tenga empresas, o una alta participación en ellas, cuando se ejerce un cargo público y que éstas reciban contratos del Gobierno del que uno/una forma parte, ya es el colmo de la desfachatez y de falta de respeto a los ciudadanos. Este es, ni mas ni menos, el caso de la consejera del Gobierno del Principado, Esther Díaz.

Pero, ni los socialistas españoles, que votaron en contra de la elección del derechista Juncker para guardar las formas, van a promover una moción de censura contra el presidente de la Comisión Europea, ni los partidos políticos que no están en el Gobierno asturiano una contra Javier Fernández, el presidente del Principado y secretario general de la FSA-PSOE, al que le llueven los escándalos de los suyos.  Aunque ambas situaciones son insostenibles.

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