domingo, 30 de noviembre de 2014

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Hace dieciséis años, a raíz de la muerte del seguidor de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta, escribí un artículo sobre la violencia en el fútbol, sus causas y sus protagonistas, donde ya denunciaba a los grupos fascistas y neonazis, pero también a los que les hacen el caldo gordo, desde algunos medios de comunicación hasta muchos clubes. Todo sea por el negocio. Como no se ha hecho nada al respecto para evitarlo, ya hay otra víctima para apuntar en las páginas de los diarios. ¿Llegará el día en que, tras la jornada ligera, como sucedía en la Guerra de Secesión Norteamericana, apuntaremos O.K. (de allí surgió la famosa expresión), es decir, cero muertos, como hacían aquellos contendientes, si la cosa no se ha ido demasiado de las manos? Algunos están haciendo todo lo posible para llegar a esa situación.
Muchos fueron los que, tras la muerte violenta del aficionado de la Real Sociedad, derramaron lágrimas de cocodrilo y muchos fueron también por aquel entonces los que identificaron a los culpables, pero no se hizo nada.
Salvo el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, eso sí, enfrentándose a insultos y hasta a amenazas de muerte de los grupos fascistas, muy pocos son los que se han atrevido a levantar la voz contra los violentos y ninguno ha legislado y ha tomado las medidas necesarias para acabar con ellos. Hemos visto muchas jornadas ligueras jalonadas por ataques a aficionados del equipo contrario, asaltos a autobuses de seguidores y jugadores, etc, sin embargo los medios de comunicación, la Liga de Fútbol Profesional, la Federación Española de Fútbol, el Gobierno y la oposición, etc, no han alzado la voz, cuando no han hecho mutis por el forro.
No hace falta ser un lince, porque ejemplos en la Historia hay muchos, para darse cuenta que esa estética de frentes, brigadas, cruces gamadas y banderas no constitucionales, no pueden alumbrar nada bueno. Así, mientras las familias pacíficas y sus hijos abandonaban las gradas de los estadios de fútbol, estas eran reemplazadas por los vándalos que han encontrado en este bello deporte un buen lugar para refugiarse, relacionarse y medrar.

Cuando tenemos otro cadáver encima de la mesa (la violencia entre aficiones ha provocado 9 muertos desde 1.982 en España) es vomitivo escuchar a muchos directivos lamentarse, son precisamente los mismos que dan entradas, financian viajes y prestan los locales de las sociedades deportivas que dirigen para que los neonazis guarden allí sus pancartas y estandartes. La muerte del seguidor del Deportivo de la Coruña, integrante de este tipo de grupos, al igual que sus asesinos, era una muerte anunciada y habrá mas si no se toman las medidas imperativas para extirpar de una vez por todas a estos descerebrados de nuestro deporte.

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