No es la primera vez que Rajoy miente,
mintió cuando dio la vuelta a su programa electoral como su fuera un calcetín,
no solo subiendo los impuestos, cuando había dicho que los bajaría, también mintió
metiendo en el cajón del olvido el proyecto de reforma de la Ley del Aborto,
por citar otro ejemplo. Mintió también cuando, para justificar la Reforma Laboral,
el mayor ataque a los derechos de los trabajadores que se ha hecho en este país,
dijo que gracias a esa medida bajaría substancialmente el paro, pero este aumentó
en mas de un millón de personas. Y miente cuando dice que nuestra economía está
mejorando y que ya se ve “la luz al final del túnel”, porque el paro sigue en
la cota de cinco millones y medio de personas, la Deuda de nuestro país ya es
la mas alta del mundo en porcentaje a su PIB y tenemos deflación, señal
inequívoca de que el mercado interno no levanta cabeza. No es de extrañar,
porque mientras los millonarios han aumentado en España un 24% el año pasado,
los trabajadores han visto disminuidos sus ingresos y son ya 14 millones de
españoles los que han pasado a engrosar las filas de la pobreza. La lista de
embustes y patrañas de este Gobierno es tan larga que no procede pormenorizarla
aquí.
El asunto de la consulta catalana
es especialmente grave porque, además de mentirnos a todos, el Gobierno de la
nación ha perdido la autoridad y el respeto de la gente. No solo eso, al no
tomar las medidas necesarias para hacer cumplir las resoluciones del Tribunal
Constitucional ha incurrido en un clarísimo delito de prevaricación. Pero,
¿porqué el Gobierno no ha impedido la consulta? Yo no creo que sea por la
amenaza de Jordi Pujol de “menear el árbol” sino porque no cuenta con la fuerza
necesaria para hacerlo. No solo no dispone de suficientes efectivos en las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y en las FF AA para aplicar con contundencia
la Constitución (ya lo dijo en su día el coronel Amadeo Martínez Inglés), tampoco
tendría el apoyo político del PSOE, que en Madrid dice una cosa y en Cataluña
exactamente la contraria.
Nuestro país ha entrado en una
dinámica muy peligrosa y estaríamos ciegos si no fuéramos conscientes de ello. Hay
una gravísima desintegración política, social e institucional. Esta situación
tiene para mí algunos puntos en común con la que precedió al golpe de Estado de
1.981, que obligó a Adolfo Suárez a dimitir y que tuvo la carnavalada del 23F
como consecuencia indeseada para los golpistas de guante blanco que ya habían
logrado su propósito. El rasgo mas similar es que otra vez es posible un golpe
de Estado institucional. En aquella ocasión se trataba de enderezar un rumbo
político que molestaba a los poderes fácticos interiores y exteriores y ahora
de apuntalan el tinglado para intentar que no se caiga a pedazos. La mayoría de
los españoles no han sido conscientes de la gravedad que supuso el punto de inflexión
democrático de los acontecimientos de 1.981 y me temo que tampoco son
conscientes ahora de lo que se avecina: una reforma constitucional para ganar
tiempo, pero para perder definitivamente la letra y el espíritu de consenso de
la carta magna de 1.978, una reforma constitucional que de satisfacción a los
enemigos de España y de los españoles, una reforma constitucional sin consultar
al pueblo.
Esa es la grosera propuesta de la
misiva de Artur Mas al pusilánime Rajoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario