martes, 11 de noviembre de 2014

LA SEGUNDA PARTE DEL GOLPE DE ESTADO

Como todo el mundo sabe, fue el expresidente Zapatero, el mismo que vota ahora todo lo contrario en el Consejo de Estado, el que dijo que acataría todo lo que saliera del parlamento de Cataluña. Aquella insensatez, como otras muy graves que cometió, abrió la caja de Pandora del soberanismo y propició, entre otras cosas, que ERC, que estaba bajo mínimos, y los independentistas medraran. Pero, lo peor de todo es que subordinar la soberanía del Estado, el Congreso de los Diputados y el Senado, y el propio Gobierno de España, a las decisiones que toma un parlamento autonómico es un ataque bajo la línea de flotación de la Constitución y de la democracia. Para decirlo sin tapujos, es un auténtico golpe de Estado.
El mayor problema que tiene España no es el paro, ni la corrupción, sino los golpistas que nos amenazan. Durante 40 años padecimos una dictadura que había emergido tras un golpe de estado fascista, pero los golpistas no solo están en la derecha y los golpes de Estado no solo se dan sacando los tanques a la calle. Las andanzas de algunos dirigentes socialistas en las semanas que precedieron a la dimisión del presidente Adolfo Suárez, por ejemplo, y sus conversaciones con servicios de inteligencia extranjeros y con militares que querían dar un golpe de timón a la Transición son bien conocidas, entre ellas las de Enrique Múgica con el General Armada. Incluso habían preparado un “Gobierno de concentración”, donde estaría integrado también el PSOE, si Suárez se resistía a las recomendaciones del Rey. No hicieron falta los servicios de Tejero y Milans del Bosch, ni fue necesario que apareciera el “Elefante Blanco” por el Parlamento, y el “Gobierno de concentración” quedó en un cajón, el golpe de Estado había triunfado unas semanas antes del 23F.
Zapatero no se salió con la suya porque el recurso del Partido Popular ante el Tribunal Constitucional logró que el Estatuto de Cataluña tuviera que pasar por ese tamiz y que el alto tribunal sentenciara que era anticonstitucional. Pero, ¿cual era el fondo, la auténtica sustancia del estatuto catalán? Pues, ni mas ni menos que consagraba un nuevo tratamiento fiscal a Cataluña, similar al vasco y navarro, que era ilegal y que suponía un agravio al resto de CC AA. De momento, la segunda parte del golpe de Estado no había triunfado.
Pero, los socialistas no rectificaron, solo se retiraron a sus cuarteles de invierno tras las debacles electorales cosechadas, especialmente en Cataluña. Para intentar levantar cabeza el PSOE ha vuelto a lo de siempre: poner un secretario general de agradable aspecto, sonrisa Profidén y que mienta mucho y bien, como lo fueron Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, y volver a las andadas golpistas. De eso se trata, y no de otra cosa, la propuesta de Pedro Sánchez de reformar la Constitución para dar satisfacción a las demandas de los nacionalistas catalanes. Si el Estatut no encaja en la Constitución pues cambiémosla, se dicen.
La Constitución española no son las Tablas de la Ley y naturalmente que puede ser reformada, pero, eso sí, para que tenga legitimidad democrática cualquier cambio en profundidad debe ser refrendado por los ciudadanos españoles, por el pueblo. Pero, ¿Cómo la mayoría de los españoles van a aprobar una reforma que los convierte en ciudadanos de segunda por vivir fuera de Cataluña? Por eso se trata de reformar la Constitución al margen de la voluntad popular, sin referéndum nacional. Estamos muy cerca de que la segunda parte del golpe de Estado que tuvo su primera fase en enero de 1.981 (no el 23F) sea una realidad, porque la perita en dulce de Rajoy, con el chantaje del 9N, ya está madura. Con la dimisión de Suárez perdimos una buena parte de nuestra democracia y con lo que pretenden hacer ahora podemos perder la que nos queda y esta tierra que llamamos España y por la que tanto lucharon nuestros ancestros. Independientemente de su ideología, todos los patriotas están llamados a evitarlo.

               

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