Un nuevo escándalo ha saltado en
Asturias, que afecta de lleno al Gobierno que preside Javier Fernández. La
Coordinadora Ecoloxista, que tiene en el punto de mira a la Consejería de
Agroganadería, por las fechorías a que nos tiene acostumbrados, ha puesto una
denuncia ante la Guardia Civil, que llegará a los juzgados, sobre los pagos que
la Consejería venía haciendo a los ganaderos por supuestos daños causados por
los lobos. Los ecologistas, que ya están bastante cabreados por las matanzas organizadas
por la Consejería, donde, para establecer el cupo, se barajan conceptos tan
peregrinos como la “conflictividad social” y porque se va a permitir incluso
que los cazadores, aprovechando batidas de jabalí, por ejemplo, también aprovechen
al lobo como especie cinegética, están dispuestos a hacer sangre en los que, en
teoría, pero solo en teoría, deberían ser aliados ideológicos. Ya existe un
precedente en el que el Gobierno asturiano tuvo que rectificar por orden
judicial, fue cuando no se les ocurrió otra cosa que organizar batidas en el
Parque Nacional de Picos de Europa, pero no han aprendido nada. En aquella
ocasión no se levantó demasiada polvareda, ni dimitió nadie, pero lo de ahora
todavía es mas fuerte.
El Gobierno socialista tiene
mucha suerte en este asunto, porque tanto el PP, compañero de correrías, como
Foro Asturias, que en esto está equivocado, son partidarios de acabar con los
pocos lobos que nos quedan. “El lobo bueno es el lobo muerto”, se dicen.
Incluso IU, la única formación política que parece tener las cosas claras en la
defensa de nuestra fauna y nuestro medio ambiente, no parece dispuesta a llegar
hasta el final. La coalición rojiverde no ha querido estar en el Gobierno y no
ha apoyado los Presupuestos, pero no ha abierto, de verdad, hostilidades
contra la FSA-PSOE. Así, el “sorpasso” será imposible.
Las matanzas de lobos, sin que ni
siquiera se haya establecido un censo de su población aproximada (los expertos
están convencidos que no hay en Asturias mas de unos 160 ejemplares) no son de
recibo y el ya de por sí exagerado cupo a batir, cincuenta para este año, no
tiene en cuenta las dramáticas consecuencias que tienen para las manadas la
muerte de uno o varios de sus miembros adultos, no digamos para los cachorros,
que se pueden quedar sin padre o sin madre y morir de hambre. Además, las
manadas que quedan disminuidas no pueden abatir grandes ejemplares, como
venados o jabalíes y son mas peligrosas para el ganado, pues los lobos
solitarios se ven obligados a matar, por ejemplo, ovejas.
El fraude masivo que hacían
muchos ganaderos sin escrúpulos era un secreto a voces. Todo el mundo sabía que
muchas reses que fallecen de muerte natural o por alguna enfermedad se llevan
al monte para simular el ataque de los lobos y cobrar las indemnizaciones, un
dinero de todos los asturianos. El fraude no solo perjudica las arcas públicas
sino que convierte al lobo en un peligro. El cuento de Caperucita se escribe a
medias entre los ganaderos y la Consejería.
La Coordinadora Ecoloxista puso
en conocimiento de la consejera, María Jesús Álvarez, sus sospechas de fraude,
pero, ante su inacción, llevó el asunto a la Guardia Civil, que después de
analizar 10.000 expedientes ha encontrado 1.200 con doble reclamación por
daños.
Después de lo que nos tocó ver en
el circo que montaron con el oso “Furacu” y la foto de la consejera con el
esbardo de oso en recuperación, que no debía tener contacto con humanos, esto
ya colma el vaso.
Lo mas curioso, e indignante, es
que son precisamente los que nos quieren poner una incineradora y que hacen
todo lo posible por cargarse nuestra fauna los que se llaman a sí mismos
progresistas.
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