viernes, 26 de abril de 2024

¿DIMITIRÁ SANCHEZ?

 


Las personas bien informadas tienen un problema: para la gente es más fácil creer las cosas sencillas, los relatos con pocas complicaciones y los cuentos chinos que no ponen en un brete, que las reflexiones basadas en datos, en precedentes históricos y en evidencias, pero que preocupan demasiado. Sí, es como lo que se dice que hace el avestruz con su cabeza cuando se siente amenazada. Y si esas cosas fáciles de entender se parecen a una fotonovela de Corín Tellado y a un programa del corazón de Sálvame, que a mi eso me pareció la carta de Sánchez, pues aún tragan más y mejor.

Hacer predicciones siempre es arriesgado, sobre todo cuando hay condicionantes que no dependen de ti. Es más fácil adivinar el pasado, así siempre aciertas. Por eso sería más fácil esperar a la decisión final de Sánchez, un hombre que nos ha acostumbrado a actuaciones impredecibles y hacer cosas inverosímiles para el común de los mortales, así podríamos hablar, ya sobre seguro, sobre la dimisión o no dimisión de Sánchez. Yo eso se lo voy a dejar a otros.

No me he creído la carta de Sánchez. El todavía presidente del Gobierno me engañó alguna vez, lo confieso, como supongo que a mucha gente, pero, ni una más. No me he creído esa carta lacrimógena, de cuatro folios, donde el que escribió el "Manual de Resistencia" nos cuenta lo mal que se siente por los ataques a su persona y a su familia. Tampoco creo que sea una reacción a que un juzgado ha abierto diligencias, que están muy lejos de ser sustanciadas, después de una denuncia del pseudosindicato de extrema derecha, Manos Limpias, que, por cierto, con su historial de extorsiones, las tiene muy sucias, contra Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez. Una denuncia basada en publicaciones de los periódicos, es decir, con muy pocas posibilidades de prosperar. No estoy diciendo que Sánchez no esté profundamente afectado (desde hace días la congoja se le ve en la cara y en la comunicación no verbal) lo que sospecho, y es algo más que una simple corazonada, es que ese sinvivir no es tanto por Begoña como por Pegasus, pues Francia ha remitido a la Audiencia Nacional sus pesquisas y averiguaciones y éste tribunal ha reabierto el caso del espionaje contra Sánchez. Aún peor, yo no descarto que EE UU, a instancias de Israel, y mediante intermediarios que, a falta de pruebas no voy a nombrar, haya ordenado a Sánchez dimitir, como sospecho también que le ordenaron entregar la soberanía del Sáhara a Marruecos. Sánchez ha enfadado mucho a los sionistas por sus declaraciones sobre el reconocimiento de Palestina como Estado y por su gira por varios países de Europa (con poco éxito) y de Oriente Medio para atraer a más países a su causa y erigirse en un líder internacional de prestigio. Craso error, parece que no conoce bien a esa gente. No sabemos lo que había en el móvil de Sánchez, de la ministra de Defensa, del ministro de Interior, etc (hay que ser muy poco profesionales para llevar datos comprometedores, secretos de Estado y vaya usted a saber qué cosas más, en el teléfono móvil) lo que sí sabemos es que todos ellos han sido espiados y todos esos datos recopilados por el programa israelí Pegasus y que los sionistas y sus padrinos, EE UU, tienen en su poder todos los detalles.

Si a la gente le dices que estamos ante un golpe de Estado no se lo creerá. Pero algunos ya hemos visto esta película, otro golpe de Estado con aristas similares. La vimos en enero (digo bien, en enero, no en febrero) de 1981, y algunos de aquellos actores fueron exactamente los mismos. Adolfo Suárez no quería reconocer el Estado de Israel. En política no hay casualidades, hay causalidades. Por supuesto, Sánchez no puede dimitir sin dar razones de peso que convenzan a la gente, empezando por los conspicuos y militantes de su propio partido, y no va a decir que lo tienen cogido por la entrepierna y porqué, necesita un relato, el relato bien estudiado de la carta. Todos estarán más proclives a creer, incluyendo, por supuesto, a los socios del gobierno y a la encantadora oposición, una fotonovela rosa y lacrimógena en la que solo falta la manifestación de adhesión en Ferraz  y un beso de la pareja en la despedida, a que España se encuentra ante el mayor ataque a su soberanía desde la Guerra de Independencia contra Napoleón.

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