EL RELATO

 

La izquierda española está a punto de cometer una de las mayores felonías de su historia. Una traición en toda regla contra los españoles y contra España. Si con socios de gobierno, como los exterroristas de Bildu y los independentistas catalanes y nacionalistas vascos no tuvieran suficiente, ahora también van a pactar con quién lideró un golpe de Estado, Puigdemont, prófugo de la Justicia. Esa intención tuvieron desde el minuto uno, tras conocer los resultados electorales del 23-J, pues, de otra forma no se entiende la alegría y los saltos de la ministra de Hacienda, por ejemplo, la noche electoral, cuando el PSOE había perdido las elecciones y no sumaba suficientes apoyos para formar gobierno si no era añadiendo también a Puigdemont y sus secuaces.

Hemos visto cosas alucinantes estos días, siempre de la mano de una izquierda que ha abrazado las políticas Woke llegadas de EE UU, pero la desfachatez no es nueva. Es muy instructivo volver unos años la vista atrás y recordar las mentiras y el relato que el PSOE construyó alrededor del asunto de la entrada de España en la OTAN ¿Se acuerda usted del eslogan aquel que decía “OTAN, de entrada no”? ¿Verdad que ya tenía mucha guasa? Ahora el mismo personaje que engañó a tanta gente, el mismo Felipe González que prefirió pactar con la CIU de Jordi Pujol que con la IU de Julio Anguita, está escandalizado por las consecuencias de sus propios actos. Tras la visita de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz (no hay cosa más idiota que un comunista ejerciendo de tonto útil) a Puigdemont en Bélgica parecería que la izquierda, y de su mano, España, no podría caer más bajo, pero, en ese sótano, el de la desvergüenza, siempre hay una planta más baja: Ya se ha dado la orden al poderoso aparato mediático socialista de difundir el relato elaborado por supuestos “expertos en derecho constitucional”, para entendernos, algunos conocidos miembros del “pesebre”, como Javier Pérez Royo. "Hay que hacer pedagogía". Ahora se trata de convencer a la gente de que una amnistía y que un referéndum de autodeterminación, que hace unos meses eran cosas inimaginables para los constitucionalistas, son perfectamente constitucionales. Yo no voy a entrar al trapo de una discusión que no hay por donde cogerla, porque, como contra un fanático terraplanista, cualquier argumento, por cabal que sea, no sirve de nada. La izquierda española, y también una parte muy importante de la derecha, ha dejado a un lado las ideas y se mueve solo por el poder y por los cargos públicos, para eso quieren el gobierno.

Setecientas mil personas, nacionalistas e independentistas, no pueden decidir el destino de todos los españoles y de España y la ignominia que preparan está muy cerca de colmar el vaso de la paciencia de los ciudadanos. O los partidos de ámbito nacional se toman el asunto de la representatividad democrática en serio y ponen a la periferia disgregadora en su sitio o los españoles barrerán de la política de este país a los que quieren seguir tomándoles el pelo, y lo harán antes de que destruyan completamente España.