Nadie en Italia pensaba que el PSI y el PCI iban a desaparecer, nadie en Francia pensaba que el PSF y el PCF iban a quedar reducidos a la mínima expresión y nadie en España piensa que el PSOE y el PCE (sobre todo el primero) pueden correr la misma suerte. Se equivocan. Lo que le ha pasado a la izquierda en otros países de Europa no ha sido ni por culpa de la derecha ni de la ultraderecha, la izquierda se lo ganó a puso a pesar de muchas advertencias. Aquí está pasando lo mismo. EL PCE, travestido (nunca mejor dicho) primero en Podemos y luego en Sumar, ya no lo conoce ni la madre que lo parió. Tras siete batacazos electorales seguidos la izquierda radical no ha hecho ninguna autocrítica y se ha apuntado a las más locas políticas Woke que han venido de EE UU, mientras se ha hecho otanista y aplaude a los nazis, a los que el Gobierno del que forma parte les envía armas. El PSOE que emergió en la Transición, después de una dictadura donde estuvo completamente desaparecido, ha sido un instrumento necesario para el poder en nuestra democracia, tutelada desde el interior y desde el exterior, todavía lo sigue siendo, pero no está claro hasta cuando. El futuro de la izquierda española podría estar en un brete y no solo depende ya de sus propias manos, también de otros condicionantes.
La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha llamado golpista a Aznar (francamente, mentiroso sí, mucho, casi tanto como Sánchez, pero golpista, golpista, a Aznar, como que no lo veo). Desde Ferraz y Moncloa buscan culpables a los contratiempos de su relato, a que la "pedagogía", que quiere hacer ver la amnistía a los golpistas como lo mejor para Cataluña y para España, y un referéndum como algo constitucional, fracase. Finalmente ya han encontrado ese culpable, la ultraderecha, "que ha contaminado con su discurso al PP". Sin embargo, sorprendentemente, lo digo desde las antípodas políticas de Vox, hay que reconocer que Abascal ha dado una gran muestra de responsabilidad política ofreciendo los votos de sus diputados a Feijóo a cambio de nada. Eso no servirá para que los nacionalistas del PNV apoyen un Gobierno del PP en esta coyuntura política, Abascal lo sabe, pero proporciona una imagen creíble de sentido de Estado. Vamos a ver si esa misma responsabilidad se muestra en las calles, otra cosa daría munición a los que parece que han perdido el juicio y están llevando a los españoles a la situación más grave que yo recuerdo (incluido el golpe de Estado de 1981) desde el fin de la dictadura, a todos los españoles, desde el Rey a este mindundi.
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