martes, 23 de junio de 2015

PEDRO SÁNCHEZ, EL CANDIDATO


Las pasadas elecciones autonómicas y municipales han supuesto un varapalo para el PP, que ha perdido mas de dos millones de votos, pero tampoco el PSOE ha tenido buenos resultados, pues ha perdido 700.000. El bipartidismo está tocado, porque en la derecha ha surgido Ciudadanos y en la izquierda Podemos, que, en el contexto de la crisis profunda que vive España y en el imperio de la corrupción, han roto el esquema que nos habían diseñado.
Si el Partido Popular está desconcertado, porque ha visto como en poco tiempo ha perdido comunidades autónomas y ayuntamientos muy importantes, como los de Madrid y Valencia, por ejemplo, el PSOE aún no se ha recuperado de la etapa de Zapatero, de sus ocurrencias y fechorías y de los 4.700.000 votos que perdió en las últimas elecciones generales. Si hay alguna comunidad autónoma donde los socialistas han caído en picado esta es Cataluña y todo hace prever que la debacle va a continuar en las elecciones plebiscitarias que ha anunciado Artur Mas para septiembre. Increíblemente, parece que los socialistas han asumido que en Cataluña van a quedar como un partido residual.
Lo que a mí mas me ha llamado la atención de la proclamación de Pedro Sánchez como candidato socialista a la presidencia del Gobierno no ha sido su discurso, lleno de deseos, como acabar con el paro, la corrupción y los desahucios, pero sin ninguna idea de cómo llevarlos a cabo, ni una verborrea de vendedor de crecepelo a la que muchos políticos ya nos tienen acostumbrados, sino descubrir cual va a ser el eslogan de su campaña y la estética que los asesores de imagen han diseñado para él. Los que hemos seguido con interés la primera campaña electoral del presidente Obama hemos visto con sorpresa como Pedro Sánchez la ha copiado hasta en los mínimos detalles. No solo su eslogan va a ser “el cambio”, el mismo que casualmente también usó en su día Felipe González, la escenografía es tan parecida a la que utilizó el presidente norteamericano que roza el ridículo. En efecto, el gran fondo con la bandera, su traje gris marengo, casi negro, la camisa blanca y la corbata roja/grana, usar el teleprompter para leer el discurso y sacar a su mujer al escenario, nos traslada milimétricamente a la estética USA.
Los socialistas no han entendido que vivimos en otro mundo y que este país nada tiene que ver con los Estados Unidos de América. Los problemas que tenemos son tan graves que los frivolidades y los discursos vacíos no sirven para ilusionar a la gente.
El asunto de la bandera, sobre el que ya se ha hablado y escrito mucho estos días, no es baladí. Poner una gran bandera constitucional como fondo, como estandarte, a mi modesto entender, ha sido gran error, no porque el PSOE y su candidato no pueden envolverse en ella, faltaría mas, es la bandera del Estado, sino porque en su partido hay mucha gente que lleva otras banderas en el corazón, en particular la republicana. Cuando Esperanza Aguirre ha salido a la palestra a aplaudirlo deberían pensar si no han hecho el tonto.
El PSOE quiere recuperar votos como sea y no ha pensado otra cosa que disputándoselos al PP, porque muchos de la izquierda ya los ha perdido definitivamente, ha hecho mucho en estos últimos años para lograrlo. Es probable que pueda recuperar algunos de los que perdió Zapatero pero será muy difícil que el PSOE, por sí solo, vuelva a ser un partido de Gobierno.

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