domingo, 11 de enero de 2015

LOS SÁTRAPAS ÁRABES Y SUS CÓMPLICES

Los trágicos acontecimientos de Francia, donde yihadistas han provocado varios muertos y heridos, exigen, además de la repulsa y el pésame, poner sobre la mesa un asunto capital: ¿cual está siendo el papel de Occidente en el Magreb y en Oriente Medio y que responsabilidad tiene Francia, sus aliados de la OTAN y los regímenes feudales de la Península Arábiga en el surgimiento de movimientos islamistas fanáticos que ya amenazan a Europa?
Yo pienso que analizar fríamente las consecuencias de algunas de las políticas que se han estado implementando en los últimos años es el mayor homenaje que se puede rendir a las víctimas y el mayor servicio a la democracia y libertades que están siendo atacadas.
La gente tiene poca memoria para algunas cosas. No hace mucho tiempo hubo una guerra en Libia, un conflicto donde Francia, recordémoslo, puso toda la carne en el asador y empujó a sus aliados de la OTAN a intervenir. La muerte por linchamiento de Al Gaddafi y la masacre de miles de subsaharianos, muchos asesinados a machetazos, por parte de las milicias islamistas no hicieron correr ni la milésima parte de los ríos de tinta y de repulsa que hemos visto estos días. Francia no solo bombardeó a las tropas gubernamentales libias y desplegó tropas y asesores sobre el terreno, también estuvo preparando durante meses en Egipto, junto con los servicios secretos británicos y la CIA, toda la infraestructura y la logística necesarias para la operación. ¿o es que algún ingenuo cree que los cientos de vehículos todoterreno artillados y los grupos islamistas perfectamente organizados y entrenados salieron de la arena del desierto libio por generación espontánea? Un guión similar se había seguido en la Guerra de Afganistán para echar a los soviéticos y es el mismo que también se ha empleado en la Guerra de Siria, donde la “oposición democrática” enseguida fue anulada por las grupos islamistas radicales, como el Frente Al Nusra y el Estado Islámico, que se han destacado por sus atrocidades, sin que Occidente moviera un dedo hasta que se apoderaron de los pozos de petróleo del Kurdistán iraquí. Aún peor, estos criminales fanáticos han sido financiado por naciones árabes aliadas de Occidente y muchos de sus miembros han sido reclutados en Europa ante la vista gorda de sus autoridades hasta hace poco tiempo.
Resulta curioso, por ejemplo, el crítico prurito democrático con algunos regímenes, como el cubano, y el silencio mas absoluto con los sátrapas árabes y con sus Gobiernos familiares, donde la democracia y los derechos individuales mas elementales brillan por su ausencia, donde las mujeres viven privadas de cualquier derecho y donde las latigazos públicos y las decapitaciones por delitos que no lo serían en otras partes del mundo son comunes. Son estos reyezuelos, emires y jeques déspotas, que despilfarran inmensas cantidades de dinero en lujos obscenos, los amigos de Francia y los que pagan a los asesinos que han sumido a los galos en la consternación y que incluso tienen la poca vergüenza de asistir a la recepción que el presidente de la República ha hecho a 50 jefes de Estado “aliados y amigos”.
El segundo mandato del presidente norteamericano Obama, ya sin las presiones por mantenerse en la Casa Blanca, está siendo lúcido, sobre todo en política internacional. EE UU ha cambiado algunas de sus políticas y ha reorientado su estrategia global. Eso se está viendo en América Latina y también en Oriente Medio, donde el régimen sirio, e incluso Irán, ya no son vistos como los peores enemigos. Pero, para que sea la autoridad moral la que permita el liderazgo, y no los grupos de portaaviones, es necesario, entre algunas otras cosas, meter en cintura y democratizar en lo posible a los sátrapas árabes, de los que Occidente no puede ser cómplice. Sí, ya sé que hay contratos millonarios que trabajan en contra.

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