Bajo la coartada del asesinato de
tres jóvenes judíos, Israel ha comenzado una gran ofensiva aérea sobre Gaza, el
ghetto donde se hacinan millones de palestinos, prisioneros en su propia
tierra, en condiciones infrahumanas. A los bombardeos aéreos contra una
población que carece de cualquier armamento defensivo antiaéreo, se une la
amenaza de un ataque por tierra, pues los sionistas ya han movilizado a 40.000
reservistas y están acumulando carros de combate Merkava y vehículos acorazados
para transporte de infantería. Todo el mundo sabe que no es la primera vez que
Israel ataca Gaza, como atacó en varias ocasiones Líbano o bombardeó países
soberanos cuando le vino en gana, como Iraq, Siria o Sudán. En la última ocasión no se libraron ni
hospitales ni escuelas en la Franja. A pesar de ello organizaciones como Hamás
son consideradas por los EE UU y la UE como terroristas al tiempo que esa parte
hipócrita de la comunidad internacional mantiene excelentes relaciones con
Israel, al que nunca se piden cuentas. Esta nueva escalada, por supuesto, no es
casual y es la respuesta sionista al acuerdo al que llegó la OLP, organización del
presidente palestino Mahmud Abás, y Hamás para hacer un Gobierno de unidad
nacional que aglutine bajo una misma autoridad los territorios de Gaza y
Cisjordania.
El crimen de los adolescentes
israelíes, como en su día el asesinato del primer ministro de Israel, Isaac Rabin,
está rodeado de sombras. Hamás, que no está interesada en tensar la cuerda
precisamente ahora, manifestó desde el primer momento que no tenía nada que ver
con aquel secuestro. La sospecha de que los servicios secretos israelíes han
podido tener arte o parte en el asunto se baraja ahora lo mismo que se barajó
cuando el asesinato de Rabín, una sospecha que solo descartan los que no
conocen hasta donde puede llegar el Mossad.
Pero, fuere como fuere, en ningún
caso puede un Estado extender su venganza contra todo un pueblo, como tampoco
los palestinos pueden culpar a todos los israelíes del asesinato del joven de
16 años Mohamad Abu Jedeir, que fue quemado vivo, en represalia, por colonos
judíos.
El conflicto entre Israel y los
palestinos no puede hacerse eterno y la comunidad internacional tiene que
intervenir para buscar una solución definitiva. La creación de un Estado Palestino
y la paralización de los asentamientos de colonos son condiciones palestinas
totalmente razonables.
Los sionistas, sin embargo,
tienen sus propias prioridades y, como han hecho siempre, masacrarán otra vez a
la población palestina para salvaguardar sus intereses, acusando a Hamás de
tirar ridículos cohetes artesanales contra el país que cuenta con uno de los
mas poderosos ejércitos del mundo, incluidas las armas nucleares.
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