lunes, 28 de octubre de 2013

QUIEREN REFORMAR LA CONSTITUCIÓN

El día 6 de diciembre se cumplirán 35 años de la aprobación por los españoles, en referéndum nacional, de la Constitución de 1.978, un texto que, después de los años que han pasado, sigue siendo un instrumento de utilidad inapreciable para la convivencia y para delimitar el marco macrolegal donde nos tenemos que mover.
Poner, negro sobre blanco, aquellos diez títulos, con sus 169 artículos y las disposiciones finales no fue nada fácil y nunca podremos agradecer suficientemente el esfuerzo de síntesis y consenso que hicieron un puñado de hombres, de distintas ideologías políticas, que dejaron en un segundo plano sus máximas por el bien de España y de los españoles. Tanto la derecha franquista, que había tenido el monopolio político durante cuarenta años, como la izquierda, exiliada y represaliada durante todo ese tiempo, lograron ponerse de acuerdo sobre las bases de la democracia y la libertad. En esos días se vivieron cosas que pocos años antes parecían imposibles, como a Manuel Fraga haciendo la presentación de Santiago carrillo en el Club Siglo XXI o al secretario general del Partido Comunista poniendo la bandera roja y gualda en la sede del Comité Central. Y todo ese proceso estaba dirigido por el que había sido protegido de Herrero Tejedor, un influyente falangista, y hasta no hacía mucho secretario general del Movimiento, el presidente Adolfo Suárez González, paradojas de la Historia, el mejor presidente que hemos tenido desde la Transición y el que mas ha luchado por la democracia. Fernando Ónega, dice que Suárez  fue el último patriota, pero yo estoy convencido que todavía quedan unos cuantos, aunque difícilmente podrían ser tan generosos y sacrificados como demostró D. Adolfo. Aquella altura de miras todavía es un ejemplo hoy para muchas naciones del mundo.
Nuestra Carta Magna, como toda obra humana, no es perfecta, pero es razonable, he ahí su grandeza en un país como este. También es modificable, porque no se trata de Las Tablas de la Ley ni sus artículos son los Diez Mandamientos. Pero debe ser el pueblo el que decida si es conveniente cambiar algo y tiene que ser mediante otro referéndum nacional. La Constitución ya ha sido modificada ilegalmente (para limitar el techo del Déficit), con el acuerdo de los dos grandes partidos y los nacionalistas de derechas, y así dar satisfacción a las demandas de las instituciones financieras europeas, a la Comisión de la UE y al FMI. Eso mismo se podría haber hecho con una ley ordinaria, poro se le quiso dar mayor rango aún a riesgo de cometer un golpe de Estado institucional. Abrir el melón constitucional y, sobre todo, modificar la ley de leyes sin total consenso y sin el mandato popular de las urnas es tan peligroso que este magnífico instrumento se puede convertir en nuestra caja de Pandora.

Se avecinan días difíciles en el conflicto que mantiene el Estado con Cataluña y aquellos líderes clarividentes ya se han muerto o están gravemente enfermos. Ahora reinan los oportunistas y los pusilánimes. El President Artur Mas ha dicho que antes de final de año dirá cuándo se va a celebrar la consulta independentista y qué piensa preguntar, y el presidente Rajoy continúa sin hacer nada al respecto. Pero, hete aquí, que ha surgido una tercera vía, la que proponen los socialistas, una maniobra para intentar mitigar su debacle. No es otra que modificar la Constitución, ¿para qué?, pues pretenden dar a Cataluña el status que tienen país Vasco y Navarra, algo que ya había pactado Zapatero con los nacionalistas, que contemplaba el nuevo Estatuto y que, como era lógico, echó abajo el Tribunal Constitucional. Pero, una fechoría semejante, una modificación sustancial de la Constitución, al margen de la voluntad mayoritaria del pueblo, no solo enterraría la Constitución de 1.978, también la democracia, y puede que a España.
En la foto, los padres de la Constitución.

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