El 25 de enero del 2.012, los socialistas y los populares asturianos
tumbaron los presupuestos que había presentado Foro Asturias en la Junta General
del Principado. Ambas formaciones políticas votaron en contra de unas cuentas
bastante realistas y acordes con una situación catastrófica, pero que, a pesar de
las dificultades en que se encontraba nuestra región, no renunciaban a la
inversión. No era la primera vez que PSOE y PP unían sus fuerzas en Asturias para
obtener rentabilidades de una u otra clase y en esa ocasión, por distintos
motivos que están en la mente de todos, lo volvieron a hacer. Aquello fue la
escenificación parlamentaria de un aquelarre que se había empezado a fraguar el
mismo día en que Francisco Álvarez-Cascos y su recién creado partido ganaron,
contra todo pronóstico, las elecciones en Asturias. Esa operación de tenaza que
culminó al no permitir a Cascos sacar adelante los Presupuestos, mantuvo,
durante meses, el discurso ante la opinión pública de que la nueva formación
política no hacía nada y de que Asturias estaba paralizada. Había que repetir mil
veces esa patraña para que calara en la opinión pública y así tener coartada
ante la sociedad para la jugada que se preparaba.
Un Gobierno sin presupuestos no
es nada y Cascos, responsablemente, convocó nuevas elecciones para que fueran
los asturianos los que decidieran.
Pero, la propaganda había
funcionado bien, muchos ciudadanos creyeron que la culpa de que Asturias fuera
ingobernable y de que hubiera que volver a pasar por las urnas en tan poco
tiempo era de D. Francisco y su partido, no de los que hicieron todo lo posible
por cargarse aquel Gobierno. Mucha gente se olvidó de que Foro Asturias había
significado una entrada de aire fresco en una política asturiana que, después
de décadas bajo el mandato socialista, estaba podrida. Cascos entró a saco
contra los “chiringuitos” y cortó el flujo de dinero público a los agentes
sociales que llevaban mucho tiempo apuntalando el tinglado a cambio del vil
metal. Se eliminaron los coches de lujo y cientos de móviles cuyas llamadas pagaba
el sufrido contribuyente, se paralizó el proyecto de la incineradora, una
locura, patrocinada por los socialistas y apoyada por los populares, en la
región con la atmósfera mas contaminada de España. Cascos llevaba muy poco
tiempo ejerciendo de presidente, pero el suficiente para que los que llevaban
tantos años repartiéndose Asturias, como si fuera su cortijo, advirtieran que era
un peligro para sus intereses.
Por poco, pero Foro Asturias
perdió las elecciones. Se formó un nuevo Gobierno donde, como novedad, no iba a
participar IU, porque sus bases, que estaban bastante indignadas con el pasado colaboracionista
de sus dirigentes, no lo permitieron. El PP había quedado muy debilitado y Gabino
de Lorenzo, el maestro de ceremonias en la derecha asturiana, se buscó un
dorado retiro como Delegado del Gobierno. Las sumas de los diputados de Foro
Asturias y del PP, por un lado, y los de la izquierda, por otro, empataban a 22
y el nuevo representante que había obtenido UPyD, Ignacio Prendes, que hacía el
23, fue cortejado durante varios días hasta que firmó un pacto de Gobierno con
la FSA-PSOE donde, a cambio de su apoyo, se le permitió presidir la comisión
del Caso Renedo y se le prometió reformar la ley electoral para ganar en
proporcionalidad, algo que favorecería a los partidos pequeños.
Han pasado muchas cosas desde
entonces. Asturias ha ido a peor en todos los sentidos, sobresaliendo el cierre
de empresas y el incremento del paro. No
se podría echar la culpa a Javier Fernández de esas cosas sino fuera porque
cuando se despilfarraban los Fondos Mineros y se repartían prebendas y dádivas por
doquier también él era secretario general de la FSA, es decir, el jefe.
En el debate sobre el estado de
la región, Francisco Álvarez-Cascos, con un discurso sosegado y didáctico, pero
demoledor, se ha empezado a cobrar el agravio.
Los pactos tácitos y explícitos
tocan a su fin, porque los socialistas no piensan cumplir su palabra, y al
Gobierno de Javier Fernández le pueden quedar dos telediarios. “El triciclo de
su juguetería política se está convirtiendo en monopatín”, le ha espetado Cascos
a Javier Fernández en el Parlamento asturiano.
Algunos se están poniendo muy
nerviosos, pero la venganza es un plato que se toma frío.
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