miércoles, 23 de septiembre de 2009

EL PELIGRO ISLAMISTA

Aquel 11 de Marzo de 2.004 nos estremecimos con la cadena de atentados en el metro de Madrid, fueron casi 200 muertos y 2.000 heridos, pero fuimos todos los afectados. En democracia, no recuerdo un drama mayor en España desde el caso del aceite de colza desnaturalizado con anilinas, que también causó centenares de muertos y decenas de miles de enfermos crónicos, que siguen arrastrando, aunque nadie se acuerde ya de ellos, las terribles secuelas del envenenamiento. El gobierno del entonces presidente del Gobierno José María Aznar perdió las elecciones, que se celebraron a los pocos días, no por la carnicería y la sangre entre los vagones, ni por mentirnos al pretender endosar los atentados a ETA, sino porque la gente los relacionó con nuestra intervención en la guerra de Irak, que había tenido una gran contestación ciudadana. Pero no seríamos justos si la responsabilidad política de lo ocurrido (la material es, por supuesto, de los islamistas) la hiciéramos cargar, en exclusiva, sobre las espaldas de los dirigentes del PP. En España existía una infraestructura capaz de organizar y llevar a cabo atentados masivos como los del 11 M. A pesar de que, como saben, se creó una comisión de investigación, ésta no reveló las verdaderas claves del asunto, se trataba, con ella, solamente de desmantelar la absurda "teoría de la conspiración" en la que la derecha quiso esconder su culpa por enviar tropas españolas a la aventura imperialista de Irak. Pero en el CNI (Centro Nacional de Inteligencia), antiguo CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) saben, como conocen todos los que han sido y son presidentes del Gobierno, mas cosas. En 1.996 comienzan en la provincia Serbia de Kósovo una serie de atentados terroristas, contra objetivos oficiales, perpetrados por una organización llamada ELK (Ejército de Liberación de Kósovo) que había sido preparada y armada por varios servicios de inteligencia occidentales, todos bajo el paraguas de la CIA. Estos atentados crecen exponencialmente hasta que la actuación del ejército yugoslavo provoca la intervención de la OTAN y la guerra por todos conocida, donde España, con el gobierno socialista de Felipe González, interviene con bombardeos de objetivos serbios con aviones F-18A, desde la base italiana de Aviano, sin mandato del Consejo de Seguridad de la ONU. Es hora de sacar a la luz que, en aquellos tiempos, nuestro país, junto con Francia, Italia y Albania, son centros de reclutamiento de islamistas con experiencia en combate e insurgencia, muchos antiguos combatientes en la guerra contra la URSS en Afganistán. Proceden, principalmente, de Argelia, donde ya han hecho de las suyas, Marruecos y Egipto y los organiza un ente desconocido para la gente de a pie, Al Qaeda, que dirige el hijo de un acaudalado constructor saudí, Osama Bin Laden. Cuando se acabó la guerra en los Balcanes no todos volvieron a sus países de origen, muchos se quedaron en el extranjero, no se sabe cuantos, en España. Las células terroristas se desmembraron pero siguieron los contactos personales que años mas tarde aprovechó Al Qaeda que, creación de los EE UU, como los talibán, se había vuelto contra Occidente. La responsabilidad política de la masacre de Madrid debe ser, cuando menos, compartida por los que usufructuaron el poder durante todos esos años.
Ahora estamos metidos hasta el cuello en la guerra de Afganistán, Al Qaeda ya nos ha dado otro aviso. No se tomaron muy en serio los informes de "La Casa" sobre la peligrosa potencialidad de las células islamistas durmientes que habían regresado de la guerra de Yugoslavia y, lo que es peor, que todavía pululan por las grandes ciudades españolas ocultas entre los cientos de miles de inmigrantes indocumentados y sin ningún control. Quizá estemos a tiempo de tomar buena nota.
J. Jesús J. Suárez González

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