martes, 18 de julio de 2023

LA GUERRA VA MAL PARA LA OTAN

 


Nos dijeron que la guerra duraría poco, que los rusos ya no tenían ni tanques, ni misiles y que se veían obligados a poner componentes electrónicos de lavadoras en ellos porque ya no disponían de los que les enviaba Occidente. Nos dijeron que la economía rusa no aguantaría contra las acciones punitivas combinadas y las sanciones de más de 50 países, que Rusia colapsaría.  Mintieron, como siempre, o quizás ahora cambien de opinión, que es como se disculpan los mentirosos. La verdad es que la guerra en Ucrania ya dura casi año y medio y no tiene ninguna pinta de terminar. EE UU y sus lacayos europeos llevan mintiendo a sus propios ciudadanos desde hace años y muy groseramente, diciéndoles que la inflación era culpa de Putin (Sánchez) o acusando a Rusia exactamente de todo lo que han estado ellos haciendo, en Yugoslavia, en Irak, en Libia, en Siria, en Afganistán, en todas partes. Cualquiera que no sea un fanático tiene que reconocer que la OTAN mintió a Rusia sobre su no expansión hacia el Este en Europa, tiene que reconocer que EE UU diseñó, financió y llevó a la práctica lo que se dieron en llamar “revoluciones de color”, en el entorno de Rusia. Recordemos, por ejemplo, Georgia (2003) Ucrania (2004 y 2014) Kirguistán (2005) o Kazajistán 2.022) con la intención de crear conflictos en las fronteras de Rusia y de rodearla de fuerzas hostiles. El objetivo último es derrotar a Rusia, desde dentro y desde fuera, y repartirse sus inmensas tierras y sus grandes riquezas naturales, que ya no se cortan en decir que “no pueden pertenecer a un solo país”. En Ucrania EE UU ha ido demasiado lejos financiando y promocionando una asonada violenta (Maidán 2014) con la intención de dar un golpe de gracia a Rusia en el Mar Negro, apoderándose de la Base de Sebastopol, convirtiendo el bajo vientre de Rusia en un lago de la OTAN, como el Mar Báltico, y utilizando a los corruptos dirigentes ucranianos y a los nazis, sucesores de los que ya colaboraron con los alemanas en la Segunda Guerra Mundial a sus horribles crímenes, en su beneficio. Algo parecido hizo EE UU y la OTAN en Afganistán para echar de allí a los soviéticos y acabar con el gobierno comunista, con el resultado final por todos conocido. Creer que controlas a cierto tipo de gentes puede dar muchos disgustos. En algún momento Rusia tenía que reaccionar. Ni un solo soldado ruso hay en toda América, no hay, por supuesto, fuerzas rusas en México y en Canadá acosando a los EE UU. Rusia tiene la autoridad moral que da defender su soberanía como Estado y a los suyos, en el Donbás y en Crimea, de los crímenes de los nacionalistas ucranianos.

EE UU está obteniendo pingües beneficios de esta guerra, es el único país que lo está haciendo, beneficios económicos y, sobre todo, estratégicos, con la sumisión de Europa, pero a la UE le está saliendo por un ojo de la cara y la OTAN en su conjunto la está perdiendo. Bruselas acaba de aprobar otra partida de 50.000 millones de euros para que Ucrania, ya un país totalmente fallido, pueda hacer frente a los pagos administrativos, a las pensiones y a otros gastos. Aunque no es baladí recordar que, en mayo, en plena guerra, se matricularon en Ucrania 2452 automóviles particulares, la mayoría de alta gama. Todos esos millones se añadirán a los que se llevan años aportando gentilmente y a todo el dinero que cuestan las ingentes cantidades de armas que se han enviado a Ucrania y que se siguen enviando todos los días. Si la UE y la OTAN retiraran su apoyo a Zelenski esta guerra no duraría más de cinco minutos, como muy bien sabe Donald Trump. La cacareada contraofensiva ha sido un fracaso. Los rusos aprovecharon los meses previos para llenar el territorio que controlan de defensas, sobre todo minas anticarro, y el avance de los ucranianos ha dado como resultado que una buena parte de esos tanques y esos vehículos acorazados que han regalado a los nazis han quedado convertidos en un montón de chatarra. Ahora ya nadie habla de que los carros de combate Leopart y los tanques estadounidenses y británicos van a dar la vuelta a la guerra. Los soldados ucranianos y los miles de mercenarios que ha contratado la OTAN y que paga usted de su bolsillo, desde antiguos paramilitares colombianos hasta los yihadistas que combatían en Siria a Al Assad, se ven obligados a avanzar a pie por un país completamente plano donde no hay ni grandes montañas ni grandes bosques donde esconderse, solo esperando a que la Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, o la artillería rusa acaben con ellos. Por si fuera poco, los rusos no hacen más que enviar partidas de nuevos tanques T-90M para acabar la faena, que están resultando tan buenos como los T-90 en Siria. La OTAN ya empieza a exigir a Zelenski resultados para seguir entregando más dinero y más armas a Ucrania, no importan los muertos. Y los nazis, en su desesperación, podrían cometer alguna locura, como atacar la mayor central atomoeléctrica de Europa e intentar echar la culpa a Rusia, como ya hicieron con los gasoductos del Báltico y más recientemente con la presa de Kajovka, acciones que tienen mucho más de terroristas que de bélicas.

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