¿Qué ha pasado?: Yo creo que la
clave de los resultados electorales del domingo ha estado en la participación.
Nadie contaba con que, después de unas elecciones autonómicas y municipales
hacía poco tiempo y en un domingo a finales de julio, con mucha gente de
vacaciones, con puente en tres CC AA y con un calor infernal en muchas zonas
de España, la participación alcanzaría nada menos que el 70,4%, más que en las
elecciones de 2019, que entonces fue del 69,8%. La izquierda, y muy
especialmente los votantes socialistas, se ha movilizado y ha echado por tierra
todos los pronósticos de las encuestas, dando casi la razón, por una vez, a
Tezanos y a su cocina del CIS. Yo creo que la última semana ha sido clave para
movilizar a la izquierda y lo ha sido en gran medida el debate a tres, cuyas
consecuencias no se supieron calibrar suficientemente. En efecto, el Pedro Sánchez que vimos en el
debate con Abascal y Yolanda Díaz no tuvo nada que ver con el Pedro Sánchez
que vimos con Feijóo, es el debate a tres llevaba la lección bien aprendida,
sabía lo que tenía que decir de memoria y tenía muy claro lo que no tenía que
hacer (un diez para su pléyade de asesores). Ni una sola vez se rio y se mostró
preocupado y mostrando más que empatía, cariño, con Yolanda Díaz mientras que
ambos se repartieron los papeles para atacar a Abascal y demonizar a Vox,
aunque esto último son muy capaces de hacerlo los de la ultraderecha ellos
solitos. Si quieres gobernar y ser el vicepresidente del gobierno no puedes ir
a un debate electoral sin antes pasar por la sección de tallas grandes de El
Corte Inglés para que te vendan un traje y una corbata decentes sin el peligro
de que un botón de tu americana nos saque un ojo (parece una
chorrada, pero los americanos, que de marketing electoral entienden mucho,
saben que no lo es), no puedes ir a un debate electoral a cometer los mismos o
parecidos errores que cometió Sánchez pocos días antes (Abascal esbozaba
sonrisas cada vez que le espetaban algo), no puedes ir a un debate electoral
sin poner el acento en lo que puedes usar como fortalezas (beligerancia contra
las leyes de género y trans, contra la inmigración irregular, contra la
okupación, contra los acuerdos con los independentistas y los herederos de ETA,
contra los oscuros acuerdos de Sánchez con Marruecos, contra el envío de armas
a Ucrania, etc) y no contestando a los ataques de los otros contendientes, no
puedes, en fin, estar a todas horas metiéndote con “los comunistas” e insultando a una parte del electorado cuando, por ejemplo, un
montón de votos de gente que un día votó a Podemos, muchos jóvenes, ya habían
votado en las elecciones del 2019 a Vox, como ha pasado en Francia y en otros
países. Abascal y su equipo han sido los principales responsables de que las
derechas no sumen, eso sí, ayudados por los medios de comunicación, que llevan
demonizando a Vox toda la campaña. El miedo a la posible llegada de la
ultraderecha al gobierno de España ha sido a su vez la clave de la gran
participación y de la movilización de la izquierda, una movilización cuyos
mayores exponentes se han dado en Cataluña y en Andalucía, dos de las CC AA que
más escaños aportan al Congreso de los Diputados. El PP, con 136 diputados,
sube nada menos que 47, así que es el gran triunfador, el PSOE sube dos y salva
la pronosticada hecatombe, Sumar pierde siete, y el partido “Barbie” (ahora han
pasado del morado al rosa) con otro batacazo, parece que ha arrasado y Vox pierde
nada menos que 19 escaños y en el partido de Abascal nadie hace autocrítica,
los culpables son todos los demás, o sea, Vox hace como hicieron los de Podemos, pero en versión
facha. Atentos.
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