miércoles, 5 de abril de 2023

LA NUEVA CARRERA DE ARMAMENTOS

 


Acabada la “Guerra Fría”, algunos optimistas pensaron que íbamos a vivir en un mundo feliz. Entonces se habló del “fin de la Historia”, de que ya solo habría una visión política y una visión estratégica del mundo. También algunos ingenuos pensaron que las naciones ya no tendrían necesidad de gastar tanto en Defensa, porque no había de quién defenderse ni a quien atacar. Ya hemos visto que no ha sido así. Los gastos en armamento son más altos que nunca y los EE UU siguen a la cabeza, con un presupuesto de nada menos que 857.000 millones de dólares para el ejercicio de 2.023, más que la suma de los nueves países restantes de una lista de los diez que más gastan. Una infraestructura militar gigantesca, destinada a intervenir en el exterior, frecuentemente muy lejos de las fronteras propias, que incluye mil bases y otras instalaciones militares diseminadas por la mayor parte del planeta, requiere ingentes cantidades de recursos, o sea, de dinero. Sin embargo, aunque ni mucho menos los gastos en armamento eran pequeños, en Europa no se gastaba tanto en porcentaje sobre el PIB, salvo Reino Unido y algún país de menor importancia. Grecia, por ejemplo, gasta más en Defensa en relación a su PIB que EE UU, y la siguen de cerca Polonia, Lituania, Estonia, Letonia, Croacia y Eslovaquia ¿Nos vamos enterando de adónde van a parar y para qué una buena parte de los fondos europeos? Pero, todo ha cambiado desde la intervención militar rusa en Ucrania, los gastos en armamento de los países de la UE se han disparado hasta cifras que dan miedo, y esto en plena crisis económica. Hasta el que asó la manteca sabe que Rusia no va a atacar a ningún país de la OTAN, por eso atacó a Ucrania antes de que esta entrara en la OTAN y atacara el Donbás y Crimea, pero la “amenaza rusa” es una buena coartada para que las empresas de fabricación de armamento obtengan contratos milmillonarios y para, quizá, que otras empresas que podrían cerrar, como algunas del sector del automóvil, puedan ser reconvertidas para fabricar armas. Todo esto, sin embargo, tiene mucho peligro. Recordemos que la Segunda Guerra Mundial estuvo precedida por una carrera de armamentos. Las armas siempre presionan a la guerra. China, con una capacidad industrial bestial, que ya supera a todo Occidente, también se ha sumado a esta carrera, que confía en ganar en una decena de años, no así Rusia. Putin no quiere que le pase a Rusia lo mismo que le pasó a la URSS, pues la carrera de armamentos obligó a los soviéticos a gastar en armas unos porcentajes inasumibles del PIB y esa fue la principal causa de la desintegración de la URSS. La prueba del nueve de lo que estamos diciendo no es solo el porcentaje de gasto relativamente modesto de Rusia en armamento, es también que caros proyectos, como un nuevo portaaviones, fueron abandonados en Rusia, mientras que China ya tiene tres. Putin ya dijo hace años que Rusia destinaría principalmente sus contenidos gastos en Defensa en reforzar y modernizar su tríada nuclear, y eso es lo que se ha hecho. Así que nos vamos a encontrar en un escenario, si no nos estamos encontrando ya, en el que una confrontación entre la OTAN y Rusia, incluso intentando que fuera limitada, o una guerra híbrida, como la que se está desarrollando en Ucrania entre Occidente y Rusia, desembocaría, sí o sí, en una guerra nuclear, porque Rusia es muy inferior en armas convencionales a la OTAN; quede claro que eso incluye la entrega masiva de armamento moderno y ofensivo a Ucrania hasta el punto que Kiev pudiera poner en peligro la seguridad del oso del Norte. Rusia lleva mucho tiempo advirtiendo que traspasar algunas líneas rojas la obligarían a defenderse con armamento nuclear, pero, dramáticamente, yo dudo de que todo el mundo lo haya entendido.

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