Acabada la “Guerra Fría”, algunos
optimistas pensaron que íbamos a vivir en un mundo feliz. Entonces se habló del
“fin de la Historia”, de que ya solo habría una visión política y una visión estratégica
del mundo. También algunos ingenuos pensaron que las naciones ya no tendrían
necesidad de gastar tanto en Defensa, porque no había de quién defenderse ni a
quien atacar. Ya hemos visto que no ha sido así. Los gastos en armamento son
más altos que nunca y los EE UU siguen a la cabeza, con un presupuesto de nada
menos que 857.000 millones de dólares para el ejercicio de 2.023, más que la
suma de los nueves países restantes de una lista de los diez que más gastan. Una
infraestructura militar gigantesca, destinada a intervenir en el exterior,
frecuentemente muy lejos de las fronteras propias, que incluye mil bases y
otras instalaciones militares diseminadas por la mayor parte del planeta,
requiere ingentes cantidades de recursos, o sea, de dinero. Sin embargo, aunque
ni mucho menos los gastos en armamento eran pequeños, en Europa no se gastaba
tanto en porcentaje sobre el PIB, salvo Reino Unido y algún país de menor
importancia. Grecia, por ejemplo, gasta más en Defensa en relación a su PIB que
EE UU, y la siguen de cerca Polonia, Lituania, Estonia, Letonia, Croacia y Eslovaquia
¿Nos vamos enterando de adónde van a parar y para qué una buena parte de los
fondos europeos? Pero, todo ha cambiado desde la intervención militar rusa en
Ucrania, los gastos en armamento de los países de la UE se han disparado hasta
cifras que dan miedo, y esto en plena crisis económica. Hasta el que asó la
manteca sabe que Rusia no va a atacar a ningún país de la OTAN, por eso atacó a
Ucrania antes de que esta entrara en la OTAN y atacara el Donbás y Crimea, pero
la “amenaza rusa” es una buena coartada para que las empresas de fabricación de
armamento obtengan contratos milmillonarios y para, quizá, que otras empresas
que podrían cerrar, como algunas del sector del automóvil, puedan ser
reconvertidas para fabricar armas. Todo esto, sin embargo, tiene mucho peligro.
Recordemos que la Segunda Guerra Mundial estuvo precedida por una carrera de
armamentos. Las armas siempre presionan a la guerra. China, con una capacidad
industrial bestial, que ya supera a todo Occidente, también se ha sumado a esta
carrera, que confía en ganar en una decena de años, no así Rusia. Putin no
quiere que le pase a Rusia lo mismo que le pasó a la URSS, pues la carrera de
armamentos obligó a los soviéticos a gastar en armas unos porcentajes
inasumibles del PIB y esa fue la principal causa de la desintegración de la
URSS. La prueba del nueve de lo que estamos diciendo no es solo el porcentaje
de gasto relativamente modesto de Rusia en armamento, es también que caros
proyectos, como un nuevo portaaviones, fueron abandonados en Rusia, mientras
que China ya tiene tres. Putin ya dijo hace años que Rusia destinaría principalmente
sus contenidos gastos en Defensa en reforzar y modernizar su tríada
nuclear, y eso es lo que se ha hecho. Así que nos vamos a encontrar en un
escenario, si no nos estamos encontrando ya, en el que una confrontación entre
la OTAN y Rusia, incluso intentando que fuera limitada, o una guerra híbrida,
como la que se está desarrollando en Ucrania entre Occidente y Rusia,
desembocaría, sí o sí, en una guerra nuclear, porque Rusia es muy inferior en
armas convencionales a la OTAN; quede claro que eso incluye la entrega masiva de
armamento moderno y ofensivo a Ucrania hasta el punto que Kiev pudiera poner en
peligro la seguridad del oso del Norte. Rusia lleva mucho tiempo advirtiendo
que traspasar algunas líneas rojas la obligarían a defenderse con armamento
nuclear, pero, dramáticamente, yo dudo de que todo el mundo lo haya entendido.
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