viernes, 1 de mayo de 2020

LA SEGUNDA GRAN ESTAFA


Tras la crisis de 2008 provocada por el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria, el mundo capitalista asistió al cierre de la mayor estafa que hasta entonces se había visto a lo largo de la historia de la Humanidad. La estafa era tan grosera y tan descarada que parece increíble que millones de ciudadanos en muchos países permitieran que los timaran sin mover un dedo. La gente compraba pisos, pagando por ellos hasta el triple o el cuádruple de su valor de costo, con créditos que le daban los bancos y que frecuentemente no solo financiaban la vivienda, muchas veces también el coche, los muebles, etc. Mientras los bancos y los empresarios del ladrillo se forraban a costa de los cándidos ciudadanos, hipotecados de por vida, los salarios crecían por debajo de la inflación, la usura del capital no tiene límites, hasta que se llegó al punto en el que los trabajadores ya no pudieron hacer frente a las hipotecas basura (Subprime) y el tinglado se vino abajo. Pero, no solo no se metió en cintura a los malos, a los estafadores ¿quiénes lo iban a hacer, los Gobiernos y los partidos políticos que habían permitido todo aquello y que incluso se sentaban en los consejos de administración de las Cajas de Ahorro? los bancos centrales, presionados por los Gobiernos, dieron gentilmente ingentes cantidades de dinero a los bancos y a las Cajas para no que quebraran y a ese dinero sumaron otro que dieron a los bancos a intereses negativos para que se lo prestaran a usted al 5 y 6%. Con la mayor parte de esos ingentes recursos, que tendrían que haber servido para dinamizar la economía y para salvar a la gente de los desahucios y del paro, los bancos compraron bonos y obligaciones, es decir, los Estados se endeudaron, aún más, con los estafadores. La burbuja de la Deuda había crecido tanto que solo faltaba un detonante para que explotara, y entonces llegó el Covid 19 y explotó. Pues bien, otra vez hay que salvar a los estafadores y nuevamente lo vamos a hacer los ciudadanos con sangre, sudor y lágrimas. Mientras cientos de millones de trabajadores en el mundo se van al paro, muchísimos sin cobertura de ningún tipo, y mientras millones de pequeños y medianos empresarios, de autónomos, lo van a pasar muy mal y muchos van a tener que cerrar sus negocios, los bancos centrales están imprimiendo papel moneda sin respaldo de valor a destajo, billones de dólares, de euros, de libras y de yenes de mentira, no para dar un cheque a cada trabajador, no para dar un cheque a cada autónomo y a cada comerciante, para dárselo otra vez a los bancos ¿Sabe usted lo que han dicho los Gobiernos a los bancos? que, por favor, ese dinero esta vez  tiene que llegar a la gente. Todos sabemos lo que sucede cuando pones a la zorra a cuidar de las gallinas. En España, sirva como ejemplo, el Gobierno ya ha dado a los bancos decenas de miles de millones de euros para que estos gestionen ese dinero como créditos ICO, unos créditos muy ventajosos con el respaldo del propio Estado. Lo primero que han hecho los bancos es traspasar créditos que los clientes tenían con ellos, créditos cuya devolución ahora peligra, a créditos ICO con el aval del Estado. Maravilloso ¿Ha visto usted que la Fiscalía y algún juez hayan actuado de oficio o cursado una orden de detención contra el presidente o el consejero delegado de algún banco por esta estafa? ¿Ha visto usted al Gobierno poner el grito en el cielo o a la encantadora oposición, esa oposición que llama de todo, menos bonito, a Sánchez todos los días, exigir que comparezcan las ministras de Economía y Hacienda para explicar esto? yo tampoco. Si has hecho una estafa monumental y no te ha pasado nada, has salido completamente impune, eso anima mucho a que vuelvas a hacer otra, más monumental, si cabe, que la anterior. Un Gobierno de izquierdas, a ver si nos enteramos, no es el que pone más el acento en las políticas de género o en defender a los colectivos LGTBI, eso mola mucho, pero no es lo fundamental, un Gobierno de izquierdas es el que tiene una política fiscal justa, el que no permite la economía sumergida y el fraude fiscal y el que pone la economía y el dinero público al servicio de los ciudadanos, no de los bancos. Atentos, ya estamos inmersos en la segunda gran estafa.

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