jueves, 14 de mayo de 2020

EL TCHARMILE


¿De verdad había alguien, en su sano juicio, que pensara que las políticas de buenismo estúpido no iban a traer desagradables consecuencias? Marruecos tiene graves problemas sociales, un paro tremendo y una sociedad donde los jóvenes, sin salida alguna, son mayoría ¿A quién cargar con estos problemas? pues, a España. Marruecos lleva chantajeando y chuleando a nuestro país desde hace décadas y, mientras nos dejemos, piensa seguir haciéndolo. Además del narcotráfico por el Estrecho de Gibraltar, con el que Marruecos ha logrado que España sea su base para distribuir la droga por toda Europa, además de que la comunidad marroquí es, de lejos, la más numerosa en España, pues más de un millón de parados nos los han exportado a nosotros, además de que tenemos que mantener a miles de jóvenes marroquíes en nuestro país, pues, además de todo esto y si no teníamos suficiente, ahora tenemos al Tcharmile ¿Qué narices es eso, me preguntará usted? pues El Tcharmile es un adobo marroquí a base de aceite de oliva, ajo y perejil que se utiliza para platos de carne y pescado, pero ese aliño inocente también es el nombre de una peligrosísima mafia que está creciendo en nuestro país como la espuma, en particular en Cataluña, Levante y algunas zonas de Andalucía y que ya hace tiempo que hace estragos en el país magrebí, robando en los barrios ricos y a los turistas. El Tcharmile tiene algunas similitudes con las bandas latinas, que también operan impunemente en España, pues sus miembros son fácilmente identificables, en este caso por llevar cortes de pelo peculiares, grandes relojes y anillos de oro y zapatillas de marca, bien todo ello verdadero o falsificado. Se nutren especialmente de los MENAS, ya sabe, esos a los que Teresa Rodríguez llamó “nuestros niños y nuestras niñas”, bien mientras son todavía menores o bien cuando cumplen la mayoría de edad y circulan a su aire. Les gusta ir armados con machetes y grandes cuchillos de cocina, pero algunos ya han dado el salto a las armas de fuego, las de guerra incluidas. En algunas CC AA las bandas Tcharmile se han aliado con las mafias del Este de Europa, otras que han encontrado en España un paraíso para sus actividades, y se enfrentan a los clanes gitanos para disputarse el mercado de la droga. En Murcia, por ejemplo, ya tenemos varios crímenes. Mientras estas cosas pasan y la gente tiene cada vez más miedo, nuestros políticos, bien sea el Gobierno o la encantadora oposición, se dedican a sus cosas, sea a nivel estatal, sea a nivel autonómico. El mayor problema es que, si dejamos crecer al monstruo, cuando queramos meter mano a los Tchamile estos estarán ya con un pie en el terrorismo yihadista.

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