jueves, 23 de abril de 2020

MENTIRAS


El Homo Sapiens no es la única especie que utiliza la mentira y el engaño en su propio beneficio, otros animales también la hacen, la mayoría como instrumento útil para la supervivencia. Nosotros hemos ido unos pasos más adelante y hemos convertido la mentira en una cultura. A la gente, aunque digan lo contrario, les encantan las patrañas. España es el país de Europa donde más adivinos, pitonisas, santeros y curanderos hay por kilómetro cuadrado. Algunos/nas hasta tienen programas de televisión donde te dicen, sin cortarse un pelo, que el martes y el miércoles puedes ganar mucho dinero porque tu signo del zodíaco ha entrado en la casa de Júpiter, o que el viernes y el sábado son días estupendos para el amor de los sagitario porque su signo entra en la casa de Venus. Ni uno solo de todos ellos me ha adivinado los números de la Primitiva ni nos han advertido de la llegada del coronavirus. Yo estoy completamente seguro que sale el Sr. Piqueras, con cara seria y verbo grave y pausado, en su noticiario televisivo y nos dice que ha aterrizado en la Casa de Campo un platillo volante y que de él se han babado unos alienígenas grises (eso sí, con silueta antropomorfa) que vienen a salvar a la Humanidad del coronavirus y la gente se lo cree a pies juntillas ¿No tiene millones de seguidores la religión de la Cienciología? Si nos creemos las mentiras burdas, los bulos y los embustes más elementales, cómo no nos vamos a creen los más y mejor elaborados. La inmensa mayoría de los españoles todavía se cree lo que les contaron de los acontecimientos que sucedieron en nuestro país en 1981. Pero, no piense usted que tragar con las mentiras es monopolio de la gente con poca cultura y/o poca información, nada de eso, algunos intelectuales de pacotilla te dicen con total aplomo que la verdad está sobrevalorada y que todo es relativo ¿Oiga, como va a ser relativo que el todo es mayor que la parte? les espetas, y te contestan, depende ¿de qué depende? les preguntas, pues eso también depende, te contestan. Las mentiras nos encantan si nos gustan y también si son capaces de engañar a los demás y salir airosos aunque estemos equivocados. El problema es cuando llegas al punto en que la verdad ya no se la cree nadie.

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